#9N: Reflexiones de un (mal) catalán

Finalmente se celebró la farsa democrática del #9N en Cataluña, que el sector independentista (en el que incluyo al Govern y a sus organismos) ha presentado  como éxito absoluto.  Sin embargo, si atendemos a las cifras que nos porporciona la Generalitat (sí, esa que iba a cumplir el mandato legal), mi visión de los resultados es harto diferente:

Todo ello, además, como bien dice Francesc de Carreras, habiéndose votado en un proceso absolutamente incalificable desde el punto de vista de la sensatez y de la seguridad jurídica:

...sin garantías, sin base legal, sin censo, sin controles, sin mesas imparciales, sin saber si el recuento será verdad, incumpliendo la propia ley catalana que regula el proceso, con unos órganos de comunicación oficiales convertidos en puros órganos de propaganda (Catalunya Radio, la emisora pública de la Generalitat, no hizo este domingo otra cosa desde las ocho de la mañana hasta que se cerraron las urnas), con una doble pregunta incomprensible.

Entiendo, no sin desazón, que el presidente Mas vea este mal remedo de referéndum como un triunfo personal, dada la inacción de las instituciones españolas para impedirlo. No obstante, insulta a la inteligencia y a las reglas de cualquier democracia acreditada pensar que la aspiración (legítima) a la secesión de unos 1,8 millones de personas (dando por buenas unas cifras imposibles de certificar) sobre más de 6 millones de catalanes con "derecho a voto" y 36 millones de españoles (censo electores 2011) pueda torcer por la vía de los hechos consumados la arquitectura democrática de un país entero.  ¿Nos hemos vuelto locos?

Además, esta llamada ilegal a las urnas encierra para mí una derivada mucho más inquietante, que pocos medios destacan. Ahora mismo, el aparatchik secesionista, impulsado por dos formidables máquinas propagandísticas bien engrasadas y subrepticiamente financiadas con dinero público como son la ANC y Òmnium, dispone ya de datos frescos y detallados de su "clientela fiel", tales como identidad, residencia, edad, procedencia, perfil sociocultural, etc. Una información que le permite analizar, segmentar y convertir en target de su potente marketing político aquellos sectores de la sociedad catalana más impermeables al discurso separatista, esto es, los "malos catalanes" como un servidor.

Pensar, como me apuntaba un bienintencionado independentista, que el régimen catalán no va a sacar provecho de tal inestimable fuente para sus fines, resulta de ciegos o ignorantes. 

Finalmente, como catalán que soy, sólo me cabe transmitir la enorme tristeza que tanto despropósito me produce. Tristeza y también vergüenza por este proceso que es, ante todo, una tomadura de pelo y una tremenda falta de respeto de muchos paisanos míos a millones de compatriotas, ciudadanos de a pie y vecinos, que construyeron este país juntos y que siempre han respetado, admirado y envidiado Cataluña. 

En fin, como bien escribió el gran Galdós:

No hay cosa, por desatinada que sea, que no pueda ser verdad en España.

A vueltas de nuevo con la curva ABC de la corrupción y la transparencia radical

Visto el mal fario que parece estar sufriendo últimamente el partido del Gobierno, casi podríamos haberlo augurado: fue escuchar el pasado domingo al presidente Rajoy  referirse como "algunas pocas cosas" a los casos de corrupción, y acto seguido empezar el lunes con 51 detenidos y un fraude estimado de 250 millones en ayuntamientos y comunidades autónomas. Si a todo esto sumamos las semanas que llevamos desgranando los penosos detalles del despilfarro de las "tarjetas black" de Caja Madrid, así como la consabida ristra de casos abiertos, obtenemos una tormenta perfecta de hartura ciudadana.

Les diré una cosa: estoy de acuerdo con nuestro presidente del gobierno. No creo, ni mucho menos, que todos los políticos sean corruptos; ni los del Partido Popular ni los de otras formaciones. Sí opino, por el contrario, que muchos ciudadanos, si no la mayoría, lo piensan. La realidad aparente no proporciona argumentos para desmentirles, como tampoco lo hace la respuesta tibia y deslavazada de instituciones, organizaciones y dirigentes ante los comportamientos inaceptables de tantos individuos que se dicen dedicados al servicio público.

Tales carencias demuestran una incomprensión palmaria de como funciona la consciencia colectiva en un mundo globalizado e hiperconectado como el actual.  Se olvida que tan importante como la existencia o no de corrupción (un hecho que acompaña al ser humano desde tiempos inmemoriales), lo es la percepción ciudadana sobre la mismaesa percepción, a mi entender, funciona como una curva de costes ABC cualquiera. 

Lo he explicado otras veces: el análisis ABC, derivado del Principio de Pareto, es un método de clasificación utilizado en muchas áreas de gestión. Permite identificar y categorizar aquellos elementos que tienen un impacto relevante en un valor global (costes, inventarios, ventas, resultados, etc.), permitiendo establecer niveles y estrategias de control específicas para cada uno de ellos. Por ejemplo, al analizar un inventario se detecta, por ejemplo, que el 20% de los artículos representan el 80% del valor total del stock. El 80% de los artículos restantes, por el contrario, suponen sólo el 20% de ese valor. Tiene todo el sentido, por tanto, centrar los esfuerzos de control en esa minoría de elementos que aglutinan gran parte del valor.

Lo mismo ocurre con la percepción de la corrupción. Estoy convencido que la mayoría de los políticos, más del 80%, son personas honradas a carta cabal pero con impacto muy reducido en la valoración ciudadana sobre la honestidad de nuestros servidores públicos. Aquí están desde los militantes de base hasta los cargos intermedios o directivos de pequeñas entidades que hacen su trabajo diario con profesionalidad, decencia y dedicación. Cualquier caso de corrupción en estas esferas resulta poco notorio, tiene escasa repercusión externa y es normalmente resuelto por la propia organización (salvo que ésta sea totalmente corrupta).

Por consiguiente, bastante menos del 20% del sistema político aglutina la mayor parte de la percepción sobre corrupción. Nos hallamos ya en el nivel dirigente, en el que se adoptan las decisiones políticas de envergadura y se gestionan grandes recursos económicos. Cualquier incidencia en esta minoría de élite impacta de forma decisiva en la opinión pública. Lo hace, además de forma casi instantánea, amplificada y distorsionada geométricamente por los medios de comunicación y las redes sociales, a menudo de forma interesada y espuria.

Afirmar delante de los ciudadanos que los casos de corrupción son "unos pocos" (aunque cuantitativamente sea cierto), o que la percepción de corrupción actual no tiene un impacto significativo en nuestra economía o marca país, resulta aventurado y poco prudente, por mucha serenidad y aplomo que demostremos cara al público. 

No hay manera de sustraerse a este escrutinio intensivo y global; lo que debemos hacer es gestionarlo adecuadamente. Y eso sólo se consigue, a estas alturas, cuando el peor daño ya está hecho, mediante un ejercicio de transparencia, rendición de cuentas y asunción de responsabilidades por parte de nuestros líderes políticos, sociales y económicos como no se ha visto nunca en nuestro país, manifestada más en hechos rotundos y constatables que en la promulgación de normas y más normas y decálogos y códigos de conducta. Como muy bien expresa Simón González de la Riba en un reciente artículo de Sintetia:

Y añade el autor:

La conciencia de poder estar bajo el escrutinio ajeno en cualquier momento (ahora o en el futuro) modula el comportamiento tanto o más que la presencia explícita de un vigilante o un código de conducta.

Y tan sólo la permisividad hacia el comportamiento deshonesto por parte de personas pertenecientes al mismo endogrupo con el que nos identificamos cada uno relajará nuestro comportamiento moral.

Nos referimos, por tanto, a una transparencia radical de personas e instituciones en su actividad pública, con lo que conlleva de sometimiento al análisis de cientos de miles de españoles, muchos de ellos expertos en su área de actividad: economistas, contables, administrativos, empresarios, juristas, investigadores, sociólogos, etc.  Españoles que tienen mucho que decir y todavía mucho más que aportar al bien común, no sólo sus rentas. Todo ello no está reñido con la necesaria protección de la privacidad y de la  información sensible o estratégica para la nación. Como siempre, en el equilibrio encontraremos la virtud.

La transparencia, como he apuntado, debe venir acompañada por una ejemplaridad contundente, sin matices, alejada de zonas grises y de consideraciones de leguleyos. Porque antes de cualquier imputación o trámite judicial está siempre la responsabilidad personal y la ética del correcto proceder. Todos podemos equivocarnos, todos, pero la mera conciencia de haber sido negligentes en nuestro deber ante el ciudadano o de no haber actuado conforme a un estándar de irreprochabilidad pública, debería bastarnos para reconsiderar el mantenimiento de cualquier cargo de naturaleza política. Un precepto que debería extenderse también a los medios de comunicación y a la actividad empresarial.  

Los ciudadanos, esa gran masa personas que sufrimos impuestos y demás restricciones, tenemos el derecho, no sólo de votar, sino de auditar el proceder público y de contribuir a mejorarlo honestamente con nuestra propia experiencia y conocimientos.

No estamos hablando de ideología, sino de justicia y equidad en el gran pacto social que configura nuestro Estado. Estamos hablando del único camino viable para nuestro futuro. 

¡Es el esfuerzo fiscal, estúpido!

Hace unos días, en la Pizarra de Bart, le hacíamos copiar cumplidamente la siguiente frase:

No confundiré presión fiscal con esfuerzo fiscal

Los apologetas del gasto público y los impuestos aducen que en España hay margen para incrementar la carga impositiva, porque la presión fiscal (recaudación total de las Administraciones Españolas en comparación con el PIB) se halla por debajo de la media europea. No obstante, tal apreciación nos aleja del verdadero dato que refleja la realidad impositiva de nuestro país: el esfuerzo fiscal.

Dicho de manera muy sencilla, para que cualquier lector no iniciado pueda entenderlo, el esfuerzo fiscal es el porcentaje que suponen los impuestos respecto al salario. Y vaya, resulta que en España es de los más altos de Europa, superando en un 20% la media continental.

Y entonces, ¿por qué nuestra baja recaudación? Como bien explica Diego Sánchez de la Cruz en un reciente artículo, el rasgo definitorio de nuestra realidad fiscal es un número cada vez más pequeño de contribuyentes (empresas y trabajadores) soportando un nivel de imposición cada vez más alto

Datos son amores, y no malas explicaciones.

Canallesca Odiadora 2.0

Pasó con Emilio Botín hace unos días y hoy está pasando con Isidoro Álvarez: ha sido conocerse la noticia de su muerte y aparecer la habitual caterva de mezquinos repartiendo porquería sobre su persona. 

Comentarios como este y otros mucho peores son jaleados por una numerosa legión de energúmenos e indignados digitales cuya única actividad conocida es la de manipular y defecar en los trabajos, las casas y las tumbas de los demás. Algunos de ellos se las dan, además, de estrellas intelectuales y mediáticas. Mal síntoma.

Todos los grandes personajes de la historia económica moderna de España tienen luces y sombras, las mismas que cada día se advierten en nuestro sistema político, económico y administrativo, pero la absoluta falta de empatía y respeto de algunos opinadores ante la muerte de uno de ellos me resulta inadmisible y me indigna. 

Una persona que mediante su empresa ha conseguido crear cientos de miles de empleos durante varias generaciones, empresa que además sigue dando trabajo a muchísimos españoles en todo el territorio peninsular (93.300  empleos directos más 20.000 de marcas colaboradoras en sus centros), merece respeto el día de su fallecimiento. No se trata de ocultar la crítica, sino de ser discreto y generoso en ese tránsito que a todos nos tocará pasar tarde o temprano. 

Es una mera cuestión de civismo y educación. Quien no lo entiende así demuestra unas grietas morales difíciles de reparar. ¿Las causas? Ignorancia, inmadurez, necedad... y también envidia., mucha envidia, mal endémico de la sociedad española, siempre reticente hasta la maledicencia en reconocer los méritos de los demás, especialmente si éstos traen consigo fama y fortuna.

Envidiar puede ser sano o ponzoñoso. Cuando la envidia viene acompañada de sincera admiración, es un gran motor de mejora personal, porque emular las bondades de otro resulta una sana forma de aprendizaje. Sin embargo, la envidia que advertimos cotidianamente es casi siempre del tipo enfermizo, una corrosión del alma que impide ver como justos los logros ajenos y les otorga causas irracionales o imaginarias. 

El envidioso carcomido persigue el perjuicio de su envidiado. En ningún caso trata de entenderlo, porque su falta de juicio se lo impide. Acomoda su comportamiento al objeto de su envidia y se convierte en un negativo deforme de persona

Resulta muy difícil defenderse de la envidia, y por ello el daño de un envidioso es tan moralmente destructivo. Irrumpe por sorpresa y nos deja atónitos, al exceder nuestras referencias morales. Por eso también es tan complicado mantener la compostura ante un canalla reconcomido. El problema es que si la perdemos estamos entrando en su juego.  Punto para ellos. Nunca hay que darles tal satisfacción.

Por tanto, ante un odiador envidioso o de otro tipo, sólo cabe reaccionar con serena firmeza, denuncia pública y bloqueo mediático.  

Además, como podrán comprobar en el vídeo, los trolls acostumbran a ser tipos muy lastimosos. Lo mejorcito de cada casa.

Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia.
— Tennessee Williams


Ni estímulos ni quitas: ¡reformas! (de verdad)

Leo en Voz Populi el altículo de Alejandro Inurrieta (al que sigo con interés), "Las paranoias del déficit e inflación nos hunden", en el que realiza una denuncia de las políticas monetarias (FED, Banco de Inglaterra) como generadoras de burbujas de activos (aunque no de inflación) así como una imparable deuda pública. A su vez, Don Alejandro denuncia, y cito literalmente, los "ataques furibundos en aras de desmantelar la política pública más eficiente a largo plazo: favorecer el incremento demográfico". Todo ello, debido a una confusa guerra entre acreedores y deudores:

Los acreedores, normalmente pertenecientes a los percentiles de renta alta, han declarado la guerra a los impulsores de la gran expansión monetaria en su afán por preservar el valor de su ahorro y de sus deudas, ya que la elevada inflación siempre perjudica a los acreedores y beneficia a los deudores.

Entiendo que al autor le parecen mal las veleidades monetaristas (opinión que comparto). Critica en consecuencia la política de estímulos anunciada por el Banco Central Europeo, por las razones que expone, pero lo que no acierto a asimilar es que dicha política sea, según él, debida al triunfo de "los puristas y paranoicos del déficit público y de las llamadas reformas estructurales", que han ganado la batalla en la Unión Europea.

Tal afirmación me descoloca, porque precisamente no han sido ni los unos ni los otros quienes han ganado esa "batalla". Lo que se está persiguiendo en el continente no es más que un Abenomics a la europea, y además con poca presión hacia las grandes reformas institucionales necesarias para salir del atolladero. 

Tampoco deja muy claro el profesor Inurrieta cuál es su receta mágica para solucionar esta crisis recurrente. Deduzco que más gasto público (olvidando esa "dictadura del déficit") y una reducción del endeudamiento mediante quitas combinadas con un proceso de mutualización de deudas a nivel europeo (eurobonos), esto es, un verdadero cambalache. Aparece también en el artículo un reproche difuso a Alemania. olvidando o silenciando que los alemanes cruzaron su durísimo rubicón reformista hace ya años, mientras nosotros estábamos todavía con el "Don't Worry Be Happy". 

En el breve intercambio de pareceres que tuvimos en Twitter, Don Alejandro me confirmó su preferencia por las quitas. También salió a relucir el nombre de Richard Koo y su teoría de la recesión de balances, que imagino es su favorita. No debemos olvidar que Koo inspiró, entre otros, a Shinzo Abe y su Abenomics.

No es mi intención realizar un sesudo análisis económico, pero basta con ver los recientes indicadores de Japón para reconocer que tanto estímulo artificial ha tenido un resultado cuando menos discreto. A continuación podemos ver las gráficas correspondiente a la evolución nipona en los ámbitos monetario, volúmenes de caja e inversión empresarial, producción de vehículos, balanza comercial y crecimiento del PIB real

El hecho de que el descomunal esfuerzo monetario japonés haya presentado unos resultados tan modestos, denota graves deficiencias estructurales y debería hacernos reflexionar mucho más seriamente a los europeos. Lo que nos está ocurriendo, como bien apunta Koo, es una reacción defensiva normal de los agentes económicos ante una época de incertidumbre derivada de una gran crisis. Empresas y consumidores se retraen, desapalancan y se vuelven mucho más cuidadosos en sus decisiones de consumo e inversión. Los bancos también presentan pautas similares, que además se distorsionan y realimentan por la intervención de gobiernos y bancos centrales

La solución a este estancamiento, cuando existen problemas estructurales tan claros como los nuestros, no puede ser seguir zascandileando con la deuda y el gasto público. Así lo comentaba en mi timeline:

Todo ello acaba produciendo administraciones blandas y acomodaticias, conduciendo de nuevo a las economías por los caminos más trillados y menos eficientes, al insistir en viejos incentivos incompatibles con la realidad del siglo XXI. En este sentido, recomiendo la lectura de este magnífico artículo del año 2012, "The stimulus debate revisited" y del trabajo de Arnold Kling que en él se menciona: "Patterns of Sustainable Specialization and Trade". Ambos proporcionan una brillante orientación sobre el camino reformista que deberíamos seguir. Citando a Kling:

No es probable que un mayor gasto público resuelva el problema. El empleo público no es autosostenible. Requiere aportaciones de los contribuyentes o, si es financiado mediante déficit, recursos de los ahorradores (y al final, de los contribuyentes futuros).

La restitución de patrones de especialización y comercio sostenibles debe venir del sector privado. Los programas cortoplacistas de “estímulo” pueden impedir el necesario ajuste, más que facilitarlo.

¿Qué opinan ustedes? ¿Seguimos con la patada hacia adelante o cambiamos de una vez de juego?



El boom del "shale" USA, competitividad, lobbysmo castizo y otras lecturas

1. Muy interesante artículo en el Financial Times sobre el fenómeno del "shale" estadounidense:

Algunos analistas cuestionan la sostenibilidad de la producción, empeñada en una "batalla entre unos recursos recalcitrantes y la creatividad empleada para extraerlos". Otros aventuran un descenso de los precios que disminuirá la presión explotadora de yacimientos de "shale". Un tema que merece la pena seguir de cerca, con relevantes implicaciones económicas y geopolíticas. Muy recomendable el mapa interactivo al final del artículo, mostrando la evolución de la producción en el tiempo.

2. Ya está disponible el Global Competitiveness Report 2014-2015, donde España ocupa un discreto puesto 35 entre 144 países. Una posición en la que estamos estancados (36 en 2013 y 35 en 2012) y que no se corresponde con la dimensión económica y el potencial de nuestro país.

Este es el top 25 de países por competitividad: 

Y a continuación pueden ver la evaluación global de España:

El informe completo en pdf lo pueden descargar aquí. Nos queda todavía un largo trecho que recorrer como país.

3. Mi apreciada Lilian Fernández destaca la noticia de que Sareb ha creado un registro para blindarse contra la influencia de políticos "conseguidores". Como no podía ser de otra manera tratándose de España, dicho registro NO es público. Ella denomina a esta realidad patria "lobbismo y transparencia castiza". De nuevo, en esta cuestión tenemos mucho que aprender de otras naciones como Estados Unidos.

4. Merece la pena analizar en profundidad este artículo aparecido en la edición de fin de semana del Washington Post: "Want better, smaller government? Hire another million federal bureaucrats".  Podemos hallar incluso un cierto paralelismo con la situación española, donde un creciente (y en algunos casos descontrolado) número de funcionarios autonómicos y locales se contrapone a un envejecido funcionariado estatal, todo ello sin contar el complejo y gravoso entramado público empresarial y fundacional. Mi opinión sucinta sobre el artículo: muy buena descripción e interesantes datos, conclusión errónea.

5. Eric Frattini comparte en Twitter está desternillante reseña de "1984" de Orwell en Amazon España. Da para unas buenas risas, aunque mirado desde el punto de vista educativo el asunto no tenga tanta gracia.

Lecturas, hallazgos y breves reflexiones: 02/09/2014

1. Algunos artículos interesantes:

2. Buen resumen de los datos del paro en agosto desde El Economista. Aunque no son para tirar cohetes, las cifras subyacentes no arrojan grandes descalabros. También resulta interesante el análisis de BBVAResearch, aunque su llamativo titular no refleje adecuadamente lo indicado en su contenido. Una estratagema habitual para llamar la atención de los medios.

3. Empieza la parte crucial del proceso de quiebra de Detroit. Un tema que sigo de cerca. Muchas veces, la quiebra constituye la única forma auténtica de renacer para una estructura burocrática endeudada y enferma.

4. Un dato curioso para los apologetas de los medios de comunicación públicos. Miren las fuentes de financiación de la radio pública norteamericana por excelencia, NPR. Una visión harto diferente de lo que significa un medio "público" ¿no?

5. Magnífico hallazgo, este texto tan actual del gran Enrique Jardiel Poncela (gracias al Señor Caronte):

6. Para finalizar, la frase económica del día. Sin comentarios:

Tenemos algunos problemas en la producción industrial, pero no en toda
— CFK


Lecturas y breves reflexiones: 1/09/2014

1. Hallazgos de valor añadido durante una jornada festiva aquí en EE.UU:

2. Michelle Bachelet anuncia un plan de emergencia de 500 millones de dólares para reforzar la economía en Chile. Inquietante senda la de un país dinámico y con unas sólidas bases económicas. ¿Camino de una refundación populista?

3. Una quiebra del hasta ahora virtuoso eje del Pacífico puede desestabilizar de nuevo Latinoamérica, máxime con Brasil en recesión técnica antes de sus elecciones. Entre tanto, Argentina y Venezuela siguen a lo suyo.

4. Por otra parte, teniendo en cuenta como está Europa y las intervenciones que se nos vienen encima, no está mal recordar lo siguiente:

(Quien les diga lo contrario, miente como un bellaco. Avisados quedan)

(Quien les diga lo contrario, miente como un bellaco. Avisados quedan)

5. Una última pregunta para reflexionar, surgida de la lectura del interesante artículo de Abel Fernández que les he recomendado:

¿Podrían la sanidad o la educación ser prestados íntegramente por el sector privado?