Liquidez, cash flow, geopolítica y personas: píldoras de supervivencia en tiempos líquidos

“El único pecado imperdonable en los negocios es quedarse sin efectivo”
- Harold Geneen.

Hace unas semanas encontré esta cita sobre la liquidez que el gran Joan Tubau comentaba en Twitter. Inmediatamente pensé en mi querido Javier García, alma mater de Sintetia, espacio en el que llevo colaborando muchos años. Javier siempre ha estado obsesionado con la liquidez y cash-flow como elementos clave de la gestión empresarial.

Dándole vueltas al concepto, pienso que es también aplicable a la geopolítica y a la gestión personal en estos tiempos de máxima volatilidad e incertidumbre. Esta entrada , que sólo pretende ser una ligera reflexión sabatina, va dedicada tanto a Joan como a Javier.

Cuando el agua escasea

Una empresa no quiebra por tener pérdidas, sino por quedarse sin liquidez. Lo mismo puede decirse de los Estados, de las organizaciones internacionales e incluso de las personas. La falta de liquidez —esa incapacidad de reaccionar a tiempo, de responder a imprevistos, de generar flujo— es lo que acaba colapsando sistemas que, sobre el papel, parecían solventes. En tiempos de volatilidad, cuando todo tiembla y nada se consolida, el flujo lo es todo. E insisto: no hablamos solo de dinero.

La liquidez y el cash flow, conceptos nacidos en la contabilidad empresarial, pueden usarse perfectamente para analizar la estabilidad geopolítica, la resiliencia personal y la capacidad de supervivencia en un mundo radicalmente incierto.

Liquidez y flujo de caja: de la empresa a la existencia

En el mundo financiero, la liquidez es la capacidad de convertir un activo en efectivo rápidamente y sin pérdida de valor. El cash flow, por su parte, es el movimiento real del dinero: entradas y salidas. Un balance puede ser impecable en términos contables, pero si no hay flujo, si no hay circulación, la empresa acaba desmoronándose.

Si lo aplicamos a la vida, la analogía es evidente: puedes tener un gran patrimonio emocional, una red de contactos envidiable o un currículum brillante, pero si no eres capaz de convertirlos en acciones concretas, en ingresos reales o en decisiones efectivas, serás tan vulnerable como una fortaleza sin agua corriente. El valor está en lo que fluye.

Geopolítica líquida: cuando los Estados se quedan sin caja

El mundo actual es un tablero inestable donde los grandes actores no se diferencian tanto por lo que tienen como por su capacidad de movilizar recursos. La liquidez estratégica es tan importante como los activos acumulados.

Pongamos un ejemplo cercano. Europa tiene activos valiosísimos: capital humano, economías desarrolladas, protección social, valores democráticos. Pero carece de una liquidez operativa que le permita responder con rapidez a los nuevos desafíos globales. Las arterias de su mercado interior están llenas de coágulos regulatorios que dificultan la circulación económica, no tiene una defensa común efectiva, no dispone de una política exterior cohesionada, ni tampoco su tecnología ni su energía fluyen sin interferencias. Es un gigante patrimonial con rigidez circulatoria.

Estados Unidos, pese a su enorme deuda, ha mantenido hasta el momento su supremacía gracias a su cash flow global: el dólar como moneda de reserva, sus gigantes tecnológicos, su capacidad de proyectar poder e influencia en tiempo real. Algo que ahora está en cuestión con la llegada de Trump al poder.

La gestión personal: liquidez emocional y vital

Las personas también tienen su propia contabilidad. En el plano emocional, laboral o existencial, tener activos no garantiza seguridad. Puedes disfrutar de un trabajo fijo, pero sin capacidad de maniobra. Puedes tener amigos, pero sin tiempo para ellos. Puedes tener ideas, pero sin energía para ejecutarlas.

El cash flow vital es la circulación de energía, tiempo, relaciones y acciones que nos permite adaptarnos, sobrevivir e incluso aprovechar los momentos de crisis. En tiempos de incertidumbre, la clave no está en lo que se posee, sino en lo que se puede movilizar rápidamente. La liquidez existencial se convierte entonces en un privilegio.

La paradoja del activo inmovilizado

También en las organizaciones y en los Estados es fácil caer en la trampa de confundir valor con liquidez. Un país puede atesorar grandes recursos, pero si no puede usarlos de manera eficaz y eficiente, no tiene poder efectivo. Una empresa puede tener instalaciones punteras, pero sin circulante, se paraliza.

En el plano personal, una lujosa vivienda en propiedad puede parecer un buen activo, pero si estás hipotecado hasta el cuello y limita tu disponibilidad financiera, se convierte en una carga. El patrimonio inmóvil no es garantía de seguridad: lo que no fluye, se estanca. La historia está repleta de imperios rebosantes de bienes pero asfixiados por la falta de liquidez. Y todos, sin excepción, acabaron colapsando.

Lo que fluye, vive

En un mundo hiperconectado, frágil y volátil, la única forma de sobrevivir es garantizar el flujo: de ideas, de alianzas, de afecto, de recursos. La liquidez ya no es solo una categoría contable: es una filosofía de vida y una estrategia de supervivencia.

Como decía un campesino castellano, al ver una acequia seca y el grano por plantar: de nada sirve poseer la tierra, si no corre el agua.

Mantengamos siempre ese espíritu líquido.

Abundancia digital, escasez habitacional: el gran fracaso del siglo XXI

El acceso a una vivienda digna y asequible es uno de los principales factores que condicionan el bienestar humano. Como muestra el índice de asequibilidad (gráfico: FMI, Biljanovska et al., 2023), en 40 países analizados las casas son hoy menos accesibles que en cualquier otro momento desde 2008, con niveles por debajo del umbral mínimo de ingresos necesarios para acceder a una hipoteca media. El gráfico refleja un deterioro generalizado, y España no es una excepción: con precios disparados y salarios estancados, cada vez más hogares destinan una mayor parte de sus ingresos solo a pagar el alquiler o la hipoteca.

Esto contrasta con otras áreas vitales (como la alimentación, la energía, los electrodomésticos, el transporte o la ropa) donde la tecnología ha permitido una reducción de precios a lo largo de las décadas y una democratización del acceso. En cambio, la vivienda sigue anclada en una lógica de escasez artificial, urbanismo restrictivo y rigideces normativas que impiden aumentar la oferta en zonas de alta demanda. Es una anomalía histórica: vivimos rodeados de abundancia, pero seguimos gestionando la vivienda como si estuviéramos en el siglo XIX.

No hay razones estructurales que justifiquen que la vivienda tenga que ser tan cara. Podría ser, y debería ser, un bien accesible, abundante y tecnológicamente optimizado. Su elevado coste tiene un efecto multiplicador negativo: reduce la natalidad, dificulta la movilidad laboral, incrementa la desigualdad y limita las oportunidades vitales, sobre todo entre los más jóvenes.

Revertir esta tendencia exige una revisión profunda de políticas urbanísticas, fiscales y regulatorias. Porque si la vivienda es el principal gasto de los hogares, entonces es también uno de los palancas más potentes para mejorar el bienestar colectivo. El acceso a la vivienda no es solo una cuestión económica: es una cuestión de dignidad, equidad y visión de futuro.

De no gestionarse adecuadamente esta cuestión esencial, nos encontraremos con uno de los factores más importantes de inestabilidad local y global en los próximos años.

Trumpnomics

Trump y su camarilla están insinuando que todo el caos que han originado en estos últimos días es parte de una estrategia perfectamente diseñada. La realidad, en mi opinión, es más prosaica: la "estrategia" del presidente norteamericano es una traslación chapucera, caótica, apresurada, parcial y horriblemente ejecutada de la propuesta que hizo en su día su asesor económico Stephen Miran en el documento "A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System" (noviembre 2024). Vamos a explicar brevemente en qué consiste.

Miran toma como punto de partida el hecho de que el dólar está persistentemente sobrevalorado debido a su papel como activo de reserva global:

  • Esto desequilibra el comercio internacional, encarece las exportaciones de EE.UU. y abarata las importaciones, debilitando el sector manufacturero nacional.

  • El sistema actual obliga a EE.UU. a mantener déficits gemelos (externo y fiscal) para sostener la oferta global de activos seguros (bonos del Tesoro).

Propone la imposición generalizada de aranceles: un arancel del 10% sobre todas las importaciones y del 60% sobre productos chinos, para corregir desequilibrios comerciales. ¿Les suena?

El autor defiende que esa implementación de aranceles sea gradual, con subidas progresivas (ej. +2% mensual) hasta alcanzar los niveles objetivo. Esta estrategia busca reducir la volatilidad financiera y aumentar el poder de negociación. Además, el sistema de aranceles debe ser escalonado según el país, clasificando los países en grupos con porcentajes diferenciados según:

  • Prácticas comerciales y cambiarias.

  • Cooperación en defensa y seguridad.

  • Comportamiento geopolítico y respeto a la propiedad intelectual.

El paper también plantea condicionar el acceso al mercado estadounidense, con una entrada privilegiada solo para países que respeten los principios de reciprocidad comercial y apoyen el orden de seguridad liderado por EE.UU. Diseña por tanto una fusión entre política comercial y de seguridad nacional, usando los aranceles como herramienta geoestratégica y priorizando productos críticos como semiconductores, farmacéuticos y material de defensa.

Propone asimismo el uso de políticas cambiarias para contrarrestar la infravaloración extranjera, aplicando estrategias multilaterales (negociaciones) y acciones unilaterales como:

  • Acumulación de reservas por parte del Tesoro.

  • Intervención en los mercados de divisas.

El objetivo perseguido con ello sería rebalancear el tipo de cambio real efectivo sin perder el control del dólar. El autor considera fundamental una coordinación estrecha con la Reserva Federal para minimizar la volatilidad financiera y asegurar estabilidad durante los ajustes cambiarios.

Se plantea además el uso de los aranceles como fuente alternativa para reducir un déficit fiscal insostenible sin necesidad de subir impuestos (renta y sociedades), lo que ayudaría a compensar el gasto federal, protegiendo a trabajadores y empresas de mayores cargas tributarias.

Propone finalmente la formación de un muro arancelario multilateral frente a China, vinculando política económica y de seguridad, incentivando a los aliados a alinearse con EE.UU. en términos comerciales y estratégicos.

En conclusión, el paper de Stephen Miran sugiere cómo reconfigurar el sistema global manteniendo el liderazgo del dólar, pero redistribuyendo los costes económicos. Se trata, según el autor, de reequilibrar el sistema a favor de EE.UU. sin perder su primacía financiera y estratégica.

¿Y qué ha hecho Trump con esos planteamientos? Aplicar al estilo “elefante en cacharrería” la teoría descrita, que ya de por sí adolecía de importantes carencias teóricas y de comprensión del actual orden geoeconómico.

Trump ha comprado la idea de los aranceles, pero ignorando la aplicación gradual propuesta, sin clasificar a los países en bloques, rompiendo con sus aliados estratégicos y absteniéndose de coordinar absolutamente nada. El resultado es el esperable: caos y caídas generalizadas en los mercados, represalias internacionales, más que probable inflación y desconfianza global. Se ha dedicado a montar su show habitual:

  • Anuncios improvisados y puesta en escena extravagante.

  • Aranceles generales justificados con una ridícula regla de tres.

  • Amenazas públicas sin estrategia diplomática.

  • Cero coordinación con la Fed.

  • Aislamiento de aliados clave (la UE, Japón, Corea del Sur...)

El propio Miran ya advertía en su paper: si se aplican mal, los aranceles castigan al consumidor, debilitan al exportador y pueden detonar una gran inestabilidad financiera. Trump se ha ignorado olímpicamente dicho aviso: subirán precios, caerá la inversión, la incertidumbre se mantendrá en máximos.

El plan de Miran, aunque equivocado, tenía estructura y proponía una precisión quirúrgica. Trump lo ha adoptado a trozos y a su capricho, porque le gustaban algunas ideas, y lo ha usado como otro de sus arietes propagandísticos: improvisado, desordenado y altamente dañino. Cuando una estrategia de por sí discutible se ejecuta con tal torpeza y falta de escrúpulo, el resultado no solo conduce al fracaso, sino a un desastre amplificado por la arrogancia y la improvisación.

¿Será posible ponerle algún remedio y aliviar los daños ya producidos?

Aunque el shock negativo ya está creado, pienso que todavía podrían contenerse los peores daños y reencauzar parcialmente este enorme desaguisado global, pero requiere una intervención inmediata, coherente y técnicamente solvente. Y no alimentar la hoguera con más leña, algo poco probable con las dinámicas actuales.

La fiebre del oro

Ante el panorama geopolítico global, muchos países han recurrido al hashtag#oro, viejo patrón, tradicional refugio y barómetro infalible de inestabilidad. Tras un año de subidas, ha alcanzado los 3.000 dólares la onza, récord histórico.

Para numerosas naciones, una gran reserva de oro otorga mayor credibilidad económica en la escena internacional. Los cinco países que más aumentaron sus reservas de oro en 2024:

1º Polonia: 90 toneladas.
2º Turquía: 75 toneladas.
3º India: 73 toneladas.
4º China: 44 toneladas*.
5º República Checa: 21 toneladas.

*En 2022, China había adquirido 62,2 toneladas y en 2023 224,9.

La jornada laboral de cuatro días está al caer

Mi previsión en cuanto a tendencias globales en el empleo: acabaremos teniendo la jornada laboral de cuatro días más pronto que tarde.

Y van a pesar más el factor social y el oportunismo político que la racionalidad económica asociada a la productividad, que también podría resultar a medio plazo un elemento relevante derivado de la automatización y de la extensión de la IA.

En una economía moderna, estructuralmente sana y tecnológicamente avanzada, la semana laboral de 4 días puede mejorar la productividad, el bienestar de los empleados y facilitar la atracción de talento, además de aprovechar los avances tecnológicos y promover la sostenibilidad.

No obstante, en economías estructuralmente rígidas, con sectores de poco valor añadido y tecnológicamente inferiores, la reducción de horas puede aumentar los costos laborales sin garantizar los mismos niveles de productividad, dificultando la creación de riqueza y dañando al tejido empresarial.

Tendencias globales 2025

Una año más, el evento Controller Centricity (8ª edición), celebrado el pasado 10 de octubre, tuvo la gentileza de invitarme para abrir la jornada reflexionando brevemente sobre las tendencias globales que están configurando el mundo actual.

Pueden ver en esta noticia lo más destacado de mi ponencia:

El pensamiento crítico y la creatividad son fundamentales para gestionar el entorno actual

Gasto público, elecciones e incentivos políticos

Economistas y analistas seguimos debatiendo sobre los efectos de un gasto público deficitario para la economía, pero solemos obviar una realidad insoslayable: dicho gasto público debe ser pagado, con independencia de su eficacia o de las diferentes creencias sobre los efectos de los déficits.

La elección de mantener un déficit público persistente, y por tanto, de incrementar la deuda, es de naturaleza política, no económica. Ya que los recursos prestados tendrán que ser reembolsados tarde o temprano, la elección es entre impuestos ahora o impuestos en el futuro.

Y ante esa elección, el incentivo que tienen la gran mayoría de políticos es claro: demorar el coste de la misma, esto es, patada hacia adelante y que impacte en futuros ciclos electorales. Y claro, así nos va.

2024: un año geopolíticamente incierto y difícil

Mis conclusiones en el webinar de Global Chartered Controller Institute, GCCI: 2024 se presenta muy incierto.

La inflación, a pesar de la reciente mejora, sigue siendo un aspecto clave a seguir. Se observa una tendencia a la baja, con una moderación de los precios energéticos, aunque las materias primas y los alimentos siguen en niveles elevados. Si se mantiene esta tendencia de descenso, podría conllevar a una bajada progresiva de los tipos tasas de interés, lo que reduciría su impacto en la economía, especialmente en familias y empresas, muy castigadas por una acumulación sucesiva de impactos sanitarios, económicos y sociales. No obstante, el principal riesgo actual, que puede trastocar todo este panorama, es el geopolítico. Por tanto, la incertidumbre es máxima.

Bienvenidos al viejo nuevo mundo

Vivimos en un mundo económicamente hiperconectado pero con una fragmentación geopolítica y tensiones internas en aumento. Y esta dualidad será el pan nuestro de cada día para gobiernos, empresas y ciudadanos.

Grandes protagonistas de esta realidad compleja son las multinacionales, responsables del 32% de los flujos mundiales de valor añadido y del 64% de las exportaciones. Cuando se trata de bienes intensivos en conocimiento, los menos sustituibles, la cifra aumenta hasta el 82%.

Esta configuración determina que los elementos de fricción locales (cada vez más numerosos) tengan efectos multiplicadores globales desde el punto de vista económico, energético, de defensa y estratégico. Riesgos que se suceden, superponen y realimentan.

El problema es que la mayoría de organizaciones no está preparada para gestionar un entorno de esta naturaleza. Y no puede ser que la primera vez que empecemos a abordar una cuestión sea cuando ya se ha convertido una crisis.

Aquí no hablamos de Cisnes Negros, sino de Rinocerontes Grises: riesgos con alta probabilidad de ocurrencia e impacto masivo si suceden, pero que no reconocemos como amenazas porque pasamos por alto su obviedad. No es que no veamos venir los problemas; los despreciamos. Y así nos va.