No cabe duda que el el fenómeno del shale oil es uno de los elementos clave de la actual tormenta de precios del crudo y un factor que está modificando el panorama geoeconómico internacional. Para empezar, la autonomía energética estadounidense implica una mayor independencia de Oriente Medio y una pérdida de relevancia de la OPEC como actor clave global.
En palabras de Daniel Lacalle, el fracking ha desactivado la "prima geopolítica" del petróleo. Creo que no se puede expresar mejor con menos palabras.
Los acontecimientos de estas últimas semanas han sido presentados por los medios generalistas como una acción ofensiva contra la industria del shale, pero esta visión resulta a todas luces insuficiente sin considerar todos los actores del teatro de operaciones.
Estados Unidos
Para EE.UU, el impacto de un crudo en el entorno de los 70-80 dólares es limitado. Con los precios actuales, sólo las explotaciones independientes y muy endeudadas (ubicadas en Texas, Oklahoma y North Dakota) están perdiendo dinero. No obstante, la industria petrolífera, a través de sus lobbies, presiona fuertemente a la administración para levantar la prohibición a las exportaciones de crudo, lo que constituiría un acontecimiento económico de impacto mundial.
En este sentido, el país ha pasado de ser en 2010 el mayor importador neto y bruto de derivados del petróleo a convertirse ya en el mayor suministrador bruto y el segundo mayor suministrador neto después de Rusia, a la que podría superar a finales de 2016.
Se estima que alrededor de 2020, EE.UU podría convertirse en exportador neto de crudo y sus derivados, considerados en conjunto.