El Kit Maybelline de los gobiernos manirrotos (II)

Publicada ya  en Sintetia la segunda parte de mi artículo dedicado a describir los diferentes artificios contables destinados a reducir el déficit oficial del año en curso incrementando el déficit futuro, aplicables también a los datos de deuda. Son estratagemas de uso universal y consistente en el tiempo, que muchos de los lectores reconocerán fácilmente.

Esta nueva entrega trata específicamente de aquellos instrumentos relacionados con las estadísticas de gasto público y su impacto en el déficit. 

Les animo a leerlos y formular sus comentarios al respecto.

El Kit Maybelline de los gobiernos manirrotos

El pasado 21 de noviembre publiqué en Sintetia la primera parte de un nuevo artículo, a propósito de la lectura de un magnífico documento de trabajo del FMI elaborado por  Timothy C. Irwin, sobre lo que el autor denomina “accounting devices”: artificios contables destinados a reducir el déficit oficial del año en curso incrementando el déficit futuro, aplicables también a los datos de deuda.

La entrada incluía una sencilla tabla con la taxonomía de tales estratagemas, organizadas según los efectos a conseguir en el ejercicio corriente y las consecuencias derivadas de su aplicación en ejercicios futuros:

Pueden acceder al artículo completo en el siguiente enlace:

Los efectos de la fiesta monetaria, en una viñeta

A veces, una simple imagen o una buena tira de cómic resumen en un genial flash cientos de sesudas explicaciones sobre un determinado fenómeno económico. Es lo que ocurre con esta viñeta encontrada ayer en The Telegraph sobre lo que realmente está ocurriendo en los mercados con tanto QE y tanta inyección de liquidez. Para enmarcar (click para ampliar):

Consejos para evitar la "fatiga y recaída del deudor"

Ayer se publicó en mi blog de finanzas éticas y responsables de Domestica Tu Economía un nuevo artículo de la serie dedicada a la difícil lucha contra el endeudamiento familiar.

En el texto se reflexiona sobre los principales peligros que amenazan nuestro camino hacia unas finanzas personales libres de cargas onerosas:

Los anteriores artículos de la serie fueron:

 

Sobre deuda, déficit, mentiras y estadísticas varias

Descubro gracias al siempre inquieto Simón González de la Riva un excelente (a la par que inquietante) "paper" de Luis Espinosa Goded, titulado "El Soprendente Caso de la Medición de la Deuda Griega. Crímenes, Mentiras y Estadísticas".

En el trabajo, partiendo del ejemplo de la crisis de Grecia y de documentos de la Unión Europea, se cuestiona la posibilidad de medir la deuda de los países y las dificultades que una medición tan compleja presenta, así como de armonizar tales mediciones entre unos estados que emplean metodologías diversas. El autor pone asimismo en tela de juicio la capacidad de Eurostat para ejercer como supervisor eficaz de los datos proporcionados por los países miembros.

Concluye que datos como la deuda pública (o el déficit) no se pueden medir ni calcular con precisión, tan sólo "estimar" con un amplio margen de error y una limitada capacidad de supervisión por los organismos supranacionales. 

En el caso del déficit, Luis Espinosa apunta:

Las estadísticas las elaboran los estados miembros y las remiten a Eurostat, quien las publica conjuntamente ‘haciéndolas suyas’. Al ser los Institutos de Estadística organismos de los estados, y al tener las estadísticas presentadas tan importantes consecuencias económicas y políticas, los incentivos en juego para la presentación de datos ‘mejorados’ son altos. Así se reconoce en una Staff Discussion Note del Fondo Monetario Internacional, ’Accounting devices and fiscal illusions’, en el que se advierte de que:

’A government seeking to reduce its deficit can be tempted to replace genuine spending cuts or tax increases with accounting devices that give the illusion of change without its substance, or that make the change appear larger than it actually is. Under ideal accounting standards, this would not be possible, but in real accounting it sometimes is’.

En la nota se analizan hasta cinco maneras de hacer “desaparecer” parte del déficit:

1) Hidden Borrowing
2) Disinvestment
3) Deferred Spending
4) Foregone Investment
5) Disappearing Government.

Pueden consultar el documento (muy recomendable también) al que hace referencia el autor en este enlace. Muchos de los subterfugios que en él se describen les serán muy familiares; yo suelo denominarlos familiarmente el Kit Maybelline de no pocos gobiernos.

El caso de las cifras del déficit griego resulta paradigmático:

Termina el "paper" con una cita memorable del Estadístico Jefe de la Unión Europea, señor Redermacher:

The truth is not my business. I am a statistician. I don’t like words like ‘correct’ and ‘truth.’ Statistics is about measuring against convention.

Ahí queda eso. Para analizar y pensar. Mucho.

 

 

Empeñarse en el error

No hay nada más peligroso en finanzas que empeñarse en el error.

A menudo lo hacemos por un exceso de soberbia, temeraria para cualquier ejecutivo, pero la mayoría de las veces es consecuencia de nuestra propia psicología, que tiende a ser conservadora.

Matteo Motterlini, en su excelente y muy recomendable libro "Economía emocional - En qué nos gastamos el dinero y por qué -" (Paidos, 2008) lo explica muy bien. Se trata de la trampa de los costes ocultos

Nuestra propensión al conservadurismo a veces no sólo es manifiesta, sino también perjudicial. Por ejemplo, cuando nos empeñamos en una mala inversión sólo por el hecho de que ya hemos invertido mucho. Esta vez eres el administrador delegado de una conocida multinacional de la confección que ha invertido 10 millones de euros para proyectar unas revolucionarias zapatillas de deportes inteligentes, capaces de autorregularse en función del tipo de terreno y de las características del usuario. Cuando el proyecto está completado al 80%, te enteras de que otra empresa, también importante, ya está comercializando unas zapatillas con las mismas características, que funcionan mejor y cuestan menos de laas que tú quisieras producir.

Pregunta: ¿inviertes el restante 20% para acabar el proyecto?

Cerca del 85% de los sujetos que se han sometido a este experimento han respondido de manera afirmativa. Gastaría lo necesario para no dejar el proyecto incompleto, si bien el producto no tiene ninguna de probabilidad de competir con el rival y la inversión no puede generar más que un mayor despilfarro de dinero. Pero si se reproduce el mismo escenario poniendo a cero los costes anteriores y se pregunta quién estaría dispuesto a poner 2 millones de euros para proyectar un producto nítidamente inferior a uno rival, el porcentaje de aquellos que invertirían el propio dinero cae drásticamente. Éstos determinan, de manera correcta, la propia estrategia en base a los costes y los beneficios futuros.

Pero entonces ¿por qué en el primer caso nos dejamos condicionar por los gastos pasados? Evidentemente por la incapacidad de tomar nota de un fracaso.

Un fenómeno mucho más difundido de lo que se cree. Merece la pena pensar en ello ¿no les parece?

El pernicioso paradigma del "Too Big To Fail" (II): nota a pie de post

Hace unos día reflexionábamos en el blog sobre el mantra del "Too Big To Fail", dominante en la regulación y configuración financiera en las últimas décadas, y una de las causas principales del importante desajuste del sistema actual.

Mencionábamos también la ineficienca reguladora y la inoperancia de los enormes aparatos burocráticos de vigilancia y control para poner coto a las instituciones financieras declaradas "demasiado grandes para caer", con el resultado de seguir socializando las pérdidas en lugar de atacar el fondo del asunto.

El post generó un interesante intercambio de pareceres en las redes sociales. De entre todas las aportaciones, merece la pena destacar,  por su concisión y precisión , este comentario de Eduardo Martínez Santamaría en LinkedIn:

El problema no es la falta de supervisión ni de herramientas de control por parte del sector público. El sistema bancario es un oligopolio fuertemente intervenido y con enormes barreras de entrada. El caos se ha desatado porque la relación interesada entre controladores y controlados, los saltos de un sector a otro y la elaboración de productos casi incomprensibles han hecho inservibles de facto todos los controles. Así que poner más controles no va a asegurar que el sistema funcione mejor mientas no se corrijan los problemas que acertadamente señalas.

Pues eso. Gracias Eduardo.