España en el País de las Maravillas

- Minino de Cheshire, ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.

- No me importa mucho el sitio... - dijo Alicia.

- Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
— Charles "Lewis Carroll" Dodgson 1832-1898, escritor y matemático inglés

Pagando tarde y mal a los que menos pueden

El último informe del  Observatorio del Trabajo Autónomo, elaborado por la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), arroja resultados descorazonadores sobre la morosidad de nuestras administraciones públicas con este colectivo tan castigado por la crisis: los períodos medios de pago a los autónomos se sitúan en 111 días de media en el sector público (frente al máximo de 30 que establece la Ley de Morosidad y la Directiva Europea de la UE) y en 81 días en el sector privado (frente a un máximo de 60 por Ley). 

En importe, la morosidad de las administraciones públicas con los autónomos ha aumentado en 164 millones de euros en el tercer trimestre de 2014 (+6,1% con respecto al trimestre anterior),  alcanzando un total de 2.835 millones de euros. Y todo ello después de las sucesivas fases del Plan de Pago a Proveedores y los recursos de Fondo de Liquidez Autonómico

Las diferencias entre las distintas administraciones son notables, y se muestran en las siguientes tablas. Los datos evidencian que a pesar de los compromisos políticos a favor de autónomos y emprendedores, obras no son todavía amores y que seguimos en el ámbito de las esforzadas pero insuficientes razones. También apuntan a que las tensiones de liquidez y los desequilibrios económicos siguen muy presentes en nuestro sector público. La reciente flexibilización de las condiciones financieras a las administraciones morosas confirma esta realidad, y no podemos descartar medidas adicionales si la situación no mejora. 

Conclusión: hay que ponerse mucho más las pilas, dar ejemplo, y responder política y administrativamente por los incumplimientos. Nuestro eslabón empresarial más frágil se lo merece, ¿no creen?

Benjamin Franklin y la deuda

Esta semana he estado en Filadelfia por motivos de trabajo. No conocía la ciudad y ha resultado una agradable sorpresa: bulliciosa, con mucha historia a sus espaldas, llena de claroscuros, tremendamente viva. Conocida orgullosamente por sus habitantes como "The City of Firsts", fue lugar de residencia de uno de los más grandes personajes estadounidenses y uno de sus Padres Fundadores: Benjamin Franklin, verdadero hombre renacentista por la variedad y amplitud de sus conocimientos.

Benjamin Franklin escribió sobre una enorme variedad de temas, entre ellos la economía. En su obra "The Way to Wealth"  reflexiona sobre el valor de la responsabilidad, la voluntad, la industria y la frugalidad en la consecución de un futuro económico venturoso. Se trata de una lectura muy recomendable en estos tiempos de falsa prodigalidad; sus reflexiones no han perdido ni un ápice de valor. Como ejemplo, lean este extracto en el que trata el tema de la deuda (traducción propia):

Piensa en lo que que haces cuando te endeudas; le otorgas a otro el poder sobre tu libertad. Si no puedes pagar a tiempo, te avergonzará ver a tu acreedor; tendrás miedo cuando hables con él; darás pobres y lamentables excusas, y poco a poco irás perdiendo tu veracidad hasta caer en la pura mentira.

Los acreedores tienen mejor memoria que los deudores; son una secta supersticiosa, fieles observantes de fechas y plazos. El día del pago llega antes de que puedas darte cuenta, y su exigencia antes de que puedas satisfacerlo; o, si eres consciente de tu deuda, ese plazo que al principio te parecía tan largo, acaba resultando extremadamente corto conforme se reduce.

Las ganancias pueden ser temporales e inciertas, pero siempre, mientras vivas, los gastos son constantes y ciertos; y como el Pobre Richard dice: ‘Es más fácil construir dos chimeneas que mantener una encendida’.

Por tanto, mejor irte a la cama sin cenar, que levantarte endeudado.

Pura sensatez ¿no les parece?


Postdata: "Pobre Richard" (Poor Richard) era el seudónimo bajo el que Benjamin Franklin publicó un famoso almanaque desde 1732 hasta 1758. También utilizó el seudónimo de Richard Saunders.

Reflexiones sobre economía y Twitter

Esta semana he publicado en Sintetia "Lexicografía económica tuitera y otras reflexiones pajariles veraniegas", donde trato de efectuar una revisión irónica sobre el uso y abuso de ciertos términos económicos en las redes sociales.

El artículo termina con una serie de recomendaciones personales para la utilización de Twitter, derivadas de mi experiencia con la plataforma. Permítanme compartirlas también aquí con ustedes:

1. No seas esclavo de los mismos datos ni de las mismas fuentes. Nada mejor que una observación astuta y poliédrica de la realidad.
2. Las corrientes mayoritarias y mediáticas de opinión reducen nuestra capacidad de análisis crítico de la realidad.
3. Enamórate del conocimiento compartido y enriquecido por tu timeline, no de tus propios tuits.
4. 140 caracteres no pueden acoger la razón absoluta. En cambio, dan cabida a infinitas necedades.
5. Nunca te ocultes en tu perfil.
6. Siempre desafía a tus propias convicciones.
7. Respeta las opiniones de los que interaccionan en tu timeline.
8. Sé constante en tu cordialidad.
9. Antes de bloquear a un tuitero que debate contigo, pregúntate dos veces por qué vas a hacerlo. Tal vez sea por la razón equivocada. Pero ante el insulto, la mentira continuada y el acoso verbal, no lo dudes: bloquea y denuncia al agresor.
10. Finalmente: Twitter es mucho más divertido si todos interaccionamos con humor, respeto y ánimo constructivo.

 

 

Si no lo entiendes, no inviertas

No me dedico a la inversión financiera ni efectúo inversiones personales elevadas en número o importe, pues no tengo un gran patrimonio. Sin embargo, a menudo recibo consultas de familiares, amigos y conocidos sobre productos financieros, entidades o estrategias para sacar el máximo partido de sus ahorros, tan difíciles de generar y mantener. Cuando eso ocurre, siempre les aconsejo lo mismo: la sensatez nos dice que con nuestras finanzas familiares, tonterías las justas.

En mi nuevo post sobre finanzas éticas y responsables explico como seguir unas sencillas pautas para evitarnos disgustos innecesarios:

¡Es el esfuerzo fiscal, estúpido!

Hace unos días, en la Pizarra de Bart, le hacíamos copiar cumplidamente la siguiente frase:

No confundiré presión fiscal con esfuerzo fiscal

Los apologetas del gasto público y los impuestos aducen que en España hay margen para incrementar la carga impositiva, porque la presión fiscal (recaudación total de las Administraciones Españolas en comparación con el PIB) se halla por debajo de la media europea. No obstante, tal apreciación nos aleja del verdadero dato que refleja la realidad impositiva de nuestro país: el esfuerzo fiscal.

Dicho de manera muy sencilla, para que cualquier lector no iniciado pueda entenderlo, el esfuerzo fiscal es el porcentaje que suponen los impuestos respecto al salario. Y vaya, resulta que en España es de los más altos de Europa, superando en un 20% la media continental.

Y entonces, ¿por qué nuestra baja recaudación? Como bien explica Diego Sánchez de la Cruz en un reciente artículo, el rasgo definitorio de nuestra realidad fiscal es un número cada vez más pequeño de contribuyentes (empresas y trabajadores) soportando un nivel de imposición cada vez más alto

Datos son amores, y no malas explicaciones.

Canallesca Odiadora 2.0

Pasó con Emilio Botín hace unos días y hoy está pasando con Isidoro Álvarez: ha sido conocerse la noticia de su muerte y aparecer la habitual caterva de mezquinos repartiendo porquería sobre su persona. 

Comentarios como este y otros mucho peores son jaleados por una numerosa legión de energúmenos e indignados digitales cuya única actividad conocida es la de manipular y defecar en los trabajos, las casas y las tumbas de los demás. Algunos de ellos se las dan, además, de estrellas intelectuales y mediáticas. Mal síntoma.

Todos los grandes personajes de la historia económica moderna de España tienen luces y sombras, las mismas que cada día se advierten en nuestro sistema político, económico y administrativo, pero la absoluta falta de empatía y respeto de algunos opinadores ante la muerte de uno de ellos me resulta inadmisible y me indigna. 

Una persona que mediante su empresa ha conseguido crear cientos de miles de empleos durante varias generaciones, empresa que además sigue dando trabajo a muchísimos españoles en todo el territorio peninsular (93.300  empleos directos más 20.000 de marcas colaboradoras en sus centros), merece respeto el día de su fallecimiento. No se trata de ocultar la crítica, sino de ser discreto y generoso en ese tránsito que a todos nos tocará pasar tarde o temprano. 

Es una mera cuestión de civismo y educación. Quien no lo entiende así demuestra unas grietas morales difíciles de reparar. ¿Las causas? Ignorancia, inmadurez, necedad... y también envidia., mucha envidia, mal endémico de la sociedad española, siempre reticente hasta la maledicencia en reconocer los méritos de los demás, especialmente si éstos traen consigo fama y fortuna.

Envidiar puede ser sano o ponzoñoso. Cuando la envidia viene acompañada de sincera admiración, es un gran motor de mejora personal, porque emular las bondades de otro resulta una sana forma de aprendizaje. Sin embargo, la envidia que advertimos cotidianamente es casi siempre del tipo enfermizo, una corrosión del alma que impide ver como justos los logros ajenos y les otorga causas irracionales o imaginarias. 

El envidioso carcomido persigue el perjuicio de su envidiado. En ningún caso trata de entenderlo, porque su falta de juicio se lo impide. Acomoda su comportamiento al objeto de su envidia y se convierte en un negativo deforme de persona

Resulta muy difícil defenderse de la envidia, y por ello el daño de un envidioso es tan moralmente destructivo. Irrumpe por sorpresa y nos deja atónitos, al exceder nuestras referencias morales. Por eso también es tan complicado mantener la compostura ante un canalla reconcomido. El problema es que si la perdemos estamos entrando en su juego.  Punto para ellos. Nunca hay que darles tal satisfacción.

Por tanto, ante un odiador envidioso o de otro tipo, sólo cabe reaccionar con serena firmeza, denuncia pública y bloqueo mediático.  

Además, como podrán comprobar en el vídeo, los trolls acostumbran a ser tipos muy lastimosos. Lo mejorcito de cada casa.

Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia.
— Tennessee Williams


Manipula, que algo queda...

El desarrollo exponencial de las redes sociales y, con ello, de la transmisión casi instantánea de información e ideas, ha propiciado la aparición de incontables voceros de todo tipo. Muchos de ellos son maestros del ruido, la distorsión y la manipulación que medran en dichas redes auspiciados en la distancia, el anonimato o el pandilleo 2.0. La mayoría de las veces son individuos poco dotados intelectualmente pero muy hábiles en la estratagema verbal. Parece que saben de lo que hablan, aunque lo suyo sólo es la fachada del cambalache. Otros, más preparados y peligrosos, hacen lo mismo pero con más elegancia y discreción. 

No obstante, en todos ellos podemos encontrar algunas pautas que nos pueden ayudar a detectarlos:

  1. Suelen abusar de citas y atribuciones falsas, sabiendo que nos da pereza contrastarlas.
  2. Llevan sus símiles y comparaciones al absurdo, buscando a la vez un objetivo emocional y la distracción sobre el tema principal.
  3. Defienden y repiten eslóganes, lemas y frases hechas una y otra vez hasta el agotamiento de su interlocutor. 
  4. Invaden el terreno privado, utilizando el ataque personal y la crítica hacia cualquier aspecto de su víctima, aunque no tenga nada que ver con el asunto que se trata.
  5. Acosan, insultan y amenazan cuando su oponente muestra firmeza.
  6. Huyen de los datos o, cuando los usan, los tergiversan para reforzar su mensaje.
  7. Realizan floridas promesas vacías de sustancia e insostenibles.
  8. Mienten, directamente, por acción u omisión.  

A un manipulador se le responde con paciencia (ojo, no es infinita), datos, sensatez y, por qué no, ironía y sentido del humor. Debemos intentar ser naturales en la discrepancia, decir "por aquí no paso" cuando se precise y despedir e ignorar cumplidamente al individuo antes de que llegue a hartarnos. Se trata de defender con convicción y serenidad nuestras ideas mientras nos rebotan todas sus argucias. 

Les aseguro que el manipulador acabará, o echándose atrás y respetando nuestro espacio intelectual, o bien dejándonos en paz mientras busca otras víctimas propiciatorias. 

Resumiendo: ante la manipulación, civilización. Suerte.

Siempre hay alguien que te dice lo que debes hacer, ya no existe el silencio, en todas partes hay ruido; si tú no estás con tus propios pensamientos, cómo vas a entender el sentido de las cosas, es imposible. Vivimos bajo una manipulación perversa, muy sutil.
— Susanna Tamaro