Quejicosos impenitentes

Vivimos en una sociedad plagada de individuos acomodaticios y quejicas.

Cualquier dificultad, por pequeña que sea, se sobredimensiona y genera frustraciones injustificadas, apelaciones a la mala suerte y atribuciones de culpa ajena. Sin capacidad para obviar las nimiedades o buscarse alternativas, una masa de caracteres irresolutos inunda la realidad cotidiana, laboral, empresarial y política. Todo debe estar precocinado, masticado, digerido, preinstalado, pensado y repensado. Decidir con sentido se ha convertido en un anacronismo; hay que dejarse llevar, improvisar o esperar la acción de otros. Las realidades más crudas y las carencias vitales horrorizan por incómodas y no por injustas. Se trata de un comportamiento típico de las sociedades occidentales desarrolladas; un subproducto del Estado del "Demasiado Bienestar".

Odo Marquard (1928-2015) fue un filósofo escéptico y tremendamente actual, cuya lectura me ha resultado siempre amena y de enorme interés. Catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Giessen y presidente de la Sociedad General Alemana de Filosofía, se pueden encontrar varios libros suyps traducidos y publicados en España.

Sobre esta creciente capacidad de insatisfacción de los seres humanos, Marquard escribió:

"Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo. Más bien se dan por supuestos, y la atención se centra en los males que continúan existiendo. Así actúa la ley de la importancia creciente de las sobras: cuanta más negatividad desaparece de la realidad, más irrita la negatividad que queda, justamente porque disminuye".

Disfruto leyendo en tan pocas y sencillas palabras una reflexión de tanto calado. La filosofía debería ser asignatura obligatoria para economistas. Otro gallo nos cantaría.

La educación financiera se asemeja al aprendizaje de la natación.

Nuevo artículo es mi espacio de finanzas personales de Domestica Tu Economía. Los seguidores de este blog saben que de vez en cuando me gusta recomendar espacios y autores interesantes a los que seguir en el ámbito de la economía doméstica. Uno de ellos esEarlyRetirementGuy, un joven inglés consultor de tecnologías de información, que recién graduado viajó a Australia para trabajar y emprender su camino personal hacia la independencia económica,todo lo cual relata en su muy recomendable blog (en inglés).

Uno de los símiles más interesantes que me proporcionó la lectura de dicho blog es el de asemejar la educación financiera al aprendizaje de la natación. Si lo pensamos bien, el autor tiene toda la razón.

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La excesiva discrecionalidad administrativa y sus incentivos perversos

El pasado 10 de marzo se publicó en Sintetia la segunda entrega de la serie de artículos escritos conjuntamente con Simón González de la Riva sobre el concepto de "Administración Posible". En esta segunda parte analizamos el amplio espacio de discrecionalidad que la administración se otorga en su relación con los ciudadanos.

¿Esto qué significa? Que su actuación no será siempre automática ni estará sujeta a un parámetro o conjunto de parámetros fijos y previsibles, determinados a través de unas potestades regladas por ley. Bien al contrario, la norma suele otorgar a la administración una importante capacidad de decisión basada en términos abstractos, difusos e incluso totalmente subjetivos. Porque, ¿cuándo una medida se convierte en “idónea”? ¿Cuál es el alcance “adecuado” de una regla? ¿En qué punto del abanico de posibilidades existentes va a entender una administración que algo es “suficiente”?

Leer el artículo completo: Otra Administración es Posible (II): Discrecionalidad e Incentivos

Nuevas tendencias financieras: el Personal Crowdfunding

Un dato que sorprende a muchos de mis interlocutores cuando hablo o escribo sobre el tema, es que los Estados Unidos sean una potencia mundial en filantropía y trabajo voluntario. Esa visión sesgada del país como cuna del capitalismo más feroz e individualista, propugnada a menudo por determinados sectores políticos, choca con la cruda realidad de los datos. Hagamos un breve recorrido. 

Las donaciones en EEUU alcanzaron el 2014 la cifra de 358,38 millones de dólares. En ese mismo año, las organizaciones sin ánimo de lucro pagaron casi un 10% de los sueldos y salarios del país, y supusieron un 5,3% de su PIB.  Por otra parte, de 2009 a 2013, un 25,4% de norteamericanos había dedicado tiempo a trabajos voluntarios. Estamos hablando de más 80 millones de personas: 1,7 veces la población de España. ¿A qué áreas específicas dedican ese trabajo? Aquí tienen un desglose:

Vistos los datos anteriores, no es de extrañar que esta acreditada tradición filantrópica se haya extendido también a los nuevos canales de financiación que despuntan en el nuevo siglo, como el crowdfunding (en español micromecenazgo). Mediante este sistema, se ponen en contacto personas que demandan recursos financieros para sus proyectos con muchos pequeños inversores u ofertantes de dichos recursos.

Pues bien, en Estados Unidos ya funcionan a pleno rendimiento plataformas de “personal crowdfunding” dedicadas a recaudar fondos para necesidades de naturaleza personal: gastos médicos, pagos de deudas hipotecarias o de tarjetas de crédito, realización de estudios, proyectos educativos, sociales o creativos, etc. Aquí les mostramos las cinco más relevantes. Una tendencia en auge que muy pronto veremos despegar también por aquí:

1.       GoFUndMe: lanzada en 2010, GoFundMe se ha convertido en una de las plataformas líderes para financiar causas personales y necesidades de la vida diaria En el último año, millones de personas han colaborado aportando más de 2.000 millones de dólares a quienes han solicitado ayuda. Aquí pueden consultar algunas de sus campañas. Impresiona.

2.       Indiegogo: aunque se trata principalmente de una plataforma de lanzamiento para ideas creativas y empresariales de muy diversa naturaleza, tiene un amplio espacio para apoyo de causas personales o comunitarias.

3.       FundAnything: otro espacio de crowdfunding donde individuos o grupos pueden crear campañas relativas a historias o causas personales y conseguir fondos para cubrir sus necesidades. Como dato curioso, destacar que la plataforma cuenta como socio financiero estrella a Donald Trump, empresario y actual contendiente en la carrera presidencial de los Estados Unidos por el Partido Republicano.

4.       Give Forward: plataforma especializada en sufragar gastos médicos y apoyada por importantes medios de comunicación y empresas tecnológicas. Lleva ya recaudados hasta la fecha más de 185 millones de dólares. Merece la pena visitarla.

5.       YouCaring: lo que distingue esta potente plataforma de las anteriores es que no cobra ninguna “tarifa”, esto es, no retiene el habitual porcentaje de lo recaudado para financiar su funcionamiento. Los gastos de operación son sufragados por donantes voluntarios. YouCaring ha recaudado ya la friolera de 335 millones de dólares.

Pese a todas las calamidades que todavía asolan nuestra realidad, la capacidad de la gente para hacer el bien siempre supera todas mis expectativas. Es algo que nunca deja de maravillarme. Kindness is Powerful, “La Bondad es Poderosa”, reza uno de los lemas de las anteriores plataformas. Es cierto. Y cuando esa bondad se alía con las nuevas tecnologías para llegar a quienes más la necesitan, los resultados son extraordinarios.

Otra Administración es posible (I)

Primer artículo de una serie que inicio en Sintetia con Simón González de la Riva, desarrollando el concepto de Administración Posible  Se trata de convertir el actual juego político de “gestión por ocurrencias” en un proyecto colaborativo basado en el pragmatismo y el aprovechamiento de las fortalezas existentes:

Criticar con sensatez y respeto es posible (II)

He decidio anticipar unos días la continuación a mis reflexiones sobre la crítica, antes que se me indigeste del todo la ensalada de despropósitos que ha supuesto el debate en las redes de las jornadas de investidura.

Como apuntamos en la entrada anterior, en su sentido estricto y etimológico, crítica es el arte de juzgar. Así, como un arte de difícil ejecución, es como deberíamos entenderla y así lo era en la antigüedad. Es generalmente aceptado que fue Aristóteles quien estableció los cimientos de la crítica universal. Su precisión de pormenores, la sutileza de su análisis y la exactitud de sus definiciones han sido el punto de referencia imprescindible hasta nuestros días. A partir de Aristóteles, el arte de la crítica, en todos sus ámbitos, se ha entendido como un ejercicio sistemático y responsable con una triple misión: explicar, clasificar y juzgar.

Conviene subrayar estos dos últimos adjetivos: sistemático y responsable. Sin un estudio minucioso del asunto a evaluar, de sus antecedentes y circunstancias, es imposible efectuar una crítica que merezca tal nombre. Pero además, dicho estudio debe ser responsable; es decir, carente de personalismos, de prejuicios y moderado en sus conclusiones, tanto a la hora de alabar como de censurar. Para efectuar la crítica en los términos acabados de expresar, es necesaria una adecuada formación. Y ello nos obliga a pasar por el filtro de la propia autocrítica. Por tanto, el primer paso debería consistir en ser humilde: reconocer que todo es mejorable, saber considerar las opiniones ajenas aunque nos sean contrarias y admitir nuestros errores, incluso públicamente.

Es legítimo sentir orgullo por nuestros logros, pero su exceso puede llevarnos a la autocomplacencia o, lo que es peor, a la soberbia. Sólo desde este punto necesario de humildad podremos valorar los hechos en su justa medida y evitar los errores más comunes a la hora de ejercer la crítica, a saber:

  • Emitir juicios sobre materias que nos son desconocidas.
  • Confundir la crítica de una obra u acción con la de su autor.
  • Juzgar aquello que no es claro y patente.
  • Basar nuestra opinión simplemente en criterios ajenos, sin tener plena seguridad en la autoridad, veracidad y oportunidad de los mismos.

En conclusión, ejercer la crítica de forma fundamentada, objetiva y respetuosa, no debería ofender a nadie, al constituir una oportunidad de mejora y enriquecimiento general. Ello exige, como se ha dicho, competencia, responsabilidad, humildad y amplitud de miras para reconocer los propios errores y limitaciones.

De hecho, hemos ido avanzando en la historia impulsados por un continuo afán de mejora, y debemos continuar exigiéndonos esta permanente superación. De lo contrario corremos el riesgo de convertirnos en seres blandos y acomodaticios, susceptibles de ser manipulados y dirigidos por cualquier advenedizo oportunista que se cruce en nuestra trayectoria vital.

Criticar con sensatez y respeto es posible (I)

Siempre que me preguntan por mi ideología, suelo responder lo mismo: soy un liberal imperfecto y harto dubitativo. No me gustan nada las etiquetas y trato siempre evitar prejuicios o encasillamientos apriorísticos, porque ello me impide analizar la realidad debidamente y ser critico (con todas mis limitaciones) ante aquellos hechos que me desagradan o no me convencen, vengan del espectro ideológico de donde vengan. Otra cosa es que lo consiga...

Sin embargo, según podemos comprobar cada día en los medios de comunicación y redes sociales, el hecho de "atacar" una iniciativa, opinión o tendencia concreta significa en automático "atacar" al todo que la contiene, "denostar" al partido político, organismo o individuo que la ejerce y, por consiguiente, "pasarme al bando contrario" como enemigo de la causa. Dicha reacción, que ocurre cuando se argumenta desde la emoción y las entrañas, indica una concepción errónea del verdadero significado de la palabra crítica y, muchas veces, una palmaria falta de educación.

He escrito y hablado a menudo sobre esta misma cuestión. En esta entrada y la siguiente trataré de rescatar mis antiguos argumentos. Para comenzar, veamos lo que dice la Real Academia Española sobre el verbo criticar:

  1. tr. Analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate.
  2. tr. Hablar mal de alguien o de algo, o señalar un defecto o una tacha suyos. Lo critican por sus declaraciones. Le critican su ropa. U. t. c. intr.

Cabe reseñar que el significado original de la palabra crítica (del griego κριτική) es "el arte de juzgar de la bondad, la verdad y belleza de las cosas". De dicha concepción primera hemos pasado a la mayoritaria identificación de la acción de criticar como sinónimo de censurar (la segunda acepción de la RAE). Curiosamente, esta misma palabra, censura, antiguamente significaba evaluación, juicio, pero con el tiempo fue adquiriendo la naturaleza de reprobación que tiene en la actualidad.

Hoy en día, y especialmente en nuestro país, es muy difícil entender y aceptar la crítica desde un punto de vista neutral. No digerimos nada bien que alguien evidencie nuestros errores o muestre públicamente los aspectos mejorables de nuestras acciones o planteamientos, aunque la crítica se haga de manera educada, fundada, constructiva y erudita. Tal esta visión negativa reduce los beneficios que sin duda reporta una actitud crítica positiva (e incluyo la autocrítica) ante la realidad, y convierte el actual debate de ideas en un ruidoso intercambio de expresiones airadas, improperios, insultos, cuando no amenazas. En el ínterin, el contraste proactivo de pareceres y la construcción de conocimiento compartido mueren de inanición. Y así nos va.

Siguiendo con la semántica, R. Barcia expone en su excelente Primer Diccionario Etimológico de la Lengua Española, de 1880:

"La crítica no es otra cosa que la gran ciencia del criterio".
La palabra criterio, a su vez, proviene del griego kritérion, forma de krínein, juzgar, y se entiende por "norma o medida para conocer la verdad" y también "juicio o discernimiento". De ahí toma la crítica su significado original: "el arte de juzgar". El propio Barcia propone una interesante distinción entre crítica y censura:
"(sic) Me parece que una crítica es el examen raciocinado de una obra de cualquier naturaleza que sea; y que una censura es la reprehensión precisa y modificada de lo que ofende a la verdad o la ley .../... Decir de un sistema que está mal enlazado o desmentido por la experiencia; de un principio de retórica o de poética, que es falso o no tan general como se pretende, esto es censura; probar que la cosa es así, esto es crítica".
Finalmente, y citando a March, podríamos concluir por hoy:
"se debe criticar con buen gusto y censurar con moderación".
To be continued...