Nunca la mar en calma ha hecho buenos marineros

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Decía Kant: “se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar". Gestionarla requiere actitud positiva ante lo inesperado, flexibilidad y agilidad mental, apertura de miras y disposición permanente a aprender. Mucho más durante estos tiempos, en los que #COVID19 ha precipitado y acentuado la dinámica de complejidad, cambio acelerado e incertidumbre de los últimos años, imponiendo realidades que pueden modificar las reglas del juego político, social y económico. Reflexiono sobre todo ello en mi última (y marinera) colaboración con Sintetia.

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"Nueva normalidad": lenguaje, percepciones, hábitos, tendencias y riesgos

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Siguiendo con las reflexiones que inicié en El Blog Salmón sobre la realidad geoeconómica derivada de la gran pandemia de coronavirus, primero en China y después desde una persectiva global, en mi último artículo analizao el concepto tan manido y peligroso como el de "nueva normalidad" y algunas tendencias de futuro.

Enlace al artículo completo.

Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad de condiciones y situaciones

El dilema fundamental ahora es conseguir sincronizar la curva sanitaria con la económica, algo que muchos países no han conseguido. La palabra es INCERTIDUMBRE. Aquí la entrevista que Crédito y Caución ha tenido la gentileza de hacerme para Twecos #twecos #covid19

El gran interrogante de un mundo-post coronavirus

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Hace unas semanas iniciaba mi andadura en el Blog Salmón con un artículo dedicado a la China post-coronavirus. Decíamos entonces que mientras las economías occidentales se detienen en seco por la crisis sanitaria y suman sus muertos por decenas de miles, en China parece haber pasado lo peor. El desacople geoeconómico del área Asia-Pacífico, ya en marcha antes de la pandemia, parece haberse acelerado con fuerza. Las consecuencias directas e indirectas de esta crisis anuncian un posible nuevo orden internacional y una revisión completa de los fundamentos socioeconómicos que estructuraban el mundo del siglo pasado.Todo va a cambiar, pero no sabemos muy bien cómo ni hacia dónde.

Esto es lo que analizo en mi segunda entrega dedicada al impacto global del #COVID-19.

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El Retorno de la Inversión Honesta (ROIH)

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(Dedicado a Luis I. Gómez, con todo mi aprecio y admiración)

Los indicadores financieros son valores que se obtienen poniendo en relación las diferentes partidas de los estados económico-financieros de la empresa, y que pretenden ofrecer una medida del desempeño de ésta. Su magnitud, comparada con un determinado nivel de referencia, puede señalar una desviación sobre la cual adoptar acciones correctivas o preventivas. Por ejemplo, el ROI, que por sus siglas en inglés significa Return On Investment, es una métrica que refleja, expresado de una manera sencilla, las ganancias financieras obtenidas con cada acción o proyecto empresarial.

Se trata, sin embargo, de una magnitud cruda, que no es capaz de medir intangibles clave. Por ejemplo, la honestidad, esa palabra que no me canso de repetir y por la que me arriesgo a que ustedes me tachen, con razón, de plasta. 

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Ojalá existiera un indicador que midiera, por ejemplo, el ROIH: un eventual Retorno de la Inversión Honesta, menor (o no) que el ROI financiero en términos económicos, pero muchísimo más valioso si atendemos a criterios de ética, responsabilidad y creación de valor a largo plazo, porque no hay nada tan poderoso como el discurso y los hechos de alguien natural, honesto y creíble.

Dicho esto, el camino de la honestidad personal, empresarial y política resulta casi siempre más difícil, costoso y prolongado que los atajos rápidos tomados por líderes impostados y poco escrupulosos. Quizás a muchos pueda parecer que eso les funciona. No obstante, estoy convencido que hacer las cosas bien y conforme a conciencia suele reportar grandes beneficios con el tiempo, muchos de ellos incluso susceptibles de ser contabilizados, aunque por encima de todo conlleva paz de espíritu. Y esa no hay dinero ni fama que la pague.

Haciendo mías las palabras de François Fenelon:

La rectitud de conducta y la reputación general de rectitud recaban para sí mayor confianza y aprecio, y a la larga, por consiguiente, más ventajas, incluso materiales, que cualquier camino sinuoso.

Algunos deberían tomar buena nota en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo.

Esto no es un manual de resistencia

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Cuando escribo esta entrada llevamos ya 21 días de confinamiento en España. Todos encerrados en casa menos quienes cada jornada se parten el cobre, arriesgando su salud, para combatir en el frente saniario o mantener en funcionamiento el respirador de la actividad mínima necesaria para la supervivencia de todo.

Quienes todavía tenemos que acudir a nuestros puestos de trabajo transitamos por unas calles sacadas de películas apocalípticas. Mi siempre hiperactiva imaginación me ha transmutado algún día en una especie de Robert Neville (Charlton Heston) cruzando las calles desiertas de los Ángeles, sólo que en Madrid. O en el coronel George Taylor (de nuevo, Charlton), temiéndome que al doblar la esquina para llegar a mi edificio de oficinas me encontrara, ya no con la Estatua de la Libertad, sino con el esqueleto cementerial de lo que un día fue el Santiago Bernabeu. Películero que es uno.

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Pero eso es fuera. Dentro de los hogares, permanecen los resistentes como soldados de trinchera. Les han dicho que son héroes, que su esfuerzo de contención resulta vital para derrotar al enemigo invisible que ha minado el territorio de su devenir cotidiano. Cada día se asoman al horizonte de sus ventanas o balcones para aplaudir a sus valientes. Cantan, lloran, ríen, se animan, hacen chanzas, se cuentan la vida de ayer y se reconocen en la angustia de hoy y de mañana. Luego regresan al refugio para escuchar los partes de campaña en televisiones, radios, redes. Planean y repiten rutinas, recorren pasillos, cocinan, duermen, hacen los deberes, llaman y son llamados, chatean, teletrabajan, escriben, colorean, cocinan y vuelven a cocinar, se pelean, se odian, se reconcilian, se aman, se animan y se desesperan.

Padecen por sus ausentes y enfermos, lloran de agradecimiento por los curados y se rompen en pedazos de dolor e impotencia por no poder despedir a sus muertos. Reciben catararas de cifras crudas sobre fallecidos, ingresados, recuperados. Cuentan las horas, los amaneceres, los ocasos y luego pierden la cuenta y dibujan en calendarios inciertos sus luces al final del túnel. Les explican que esto va ser cosa de unas jornadas, o a lo mejor varias semanas, tal vez un mes, quién sabe. Han aprendido que lo que hoy no es recomendable mañana puede resultar obligatorio, que lo impensable de ayer puede materializarse la semana que viene, que todo es una sopa de incertidumbres movedizas, y que verdades y mentiras son parte indistinguible de una materia amorfa que acogota sus sueños. Que las empresas que cierran y los trabajos que han perdido es posible que regresen, o que nunca lo hagan, cuando esto acabe. Se enfadan, echan la culpa o disculpan a unos y a otros por su acción o inacción. Se lamentan de las palabras dichas o no dichas, de los amigos no recuperados, de las demoras perezosas en el camino de sus sueños. Trazan planes sobre futuros inciertos y se aferran a ellos como un soldado a su viejo fusil, con la última bala de esperanza en la recámara.

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A este ejército de almas compungidas no podemos pedirle siempre la euforia permanente, la confianza ciega, el subidón de espíritu, la actividad incesante del refugio. No podemos abrumarles cada momento con palabras bonitas. No podemos, no debemos arengarles mientras les mentimos. Deben saber que no pasa nada por quedarse quietos o llorar sin motivo. Que no pasa nada por callar. Que no pasa nada por estar iracundos con el mundo, no pasa nada por hollar la zozobra, no pasa nada por bajar revoluciones o por dejar rebosar la pena negra que de vez en cuando les desborda. Hay que respetar los silencios y el dolor. Necesitan su espacio. Recuperar la parsimonia.

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Decía @carlos__alsina en la radio que el principal enemigo de la esperanza es el cansancio, eso que los militares conocemos como fatiga de combate. Por eso es bueno replegarse regularmente y recuperar energías. Atenerse a los valores esenciales y eliminar cargas accesorias. De lo contrario, nuestros esfuerzos van perdiendo norte y sentido. Reencontrarnos con nosotros mismos y luego regresar a la trinchera con la quijada prieta, esperando siempre lo mejor y preparados para lo peor. Tocados, pero no hundidos.

Quedan muchos días, y nuestras fuerzas son limitadas. Hay que cuidarse.

Cuídense. Por favor. Cuídense.



Webinar: el impacto económico del coronavirus #COVID19

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En este webinar de formación continua para los Controllers certificados, Chartered Controller Analyst, CCA Certificate®, describo las consecuencias económicas del Coronavirus.

Más allá de la grave crisis sanitaria, el parón económico chino debido a las extraordinarias medidas de contención del coronavirus ha tenido un impacto severo a nivel internacional, dada la gran dimensión económica e integración del gigante asiático en las cadenas de valor globales.

La oferta y la demanda mundiales de materias primas, productos básicos e intermedios se ha reducido de manera similar a la fase más aguda de la crisis financiera de 2008, provocando caída de precios y de actividad. Esta caída no se observó en otras epidemias recientes o tras los ataques del 11 de septiembre.

A los costes directos de la emergencia médica y las compensaciones y estímulos económicos movilizados como respuesta, habrá que añadir otros mucho más graves y cuantiosos derivados de la ralentización de la actividad económica. Una disrupción prolongada debida al brote epidémico puede conducir a un bucle vicioso de oferta y demanda globales, abriendo la puerta a un estancamiento económico mundial de difícil salida, dado el reducido margen de actuación de una política monetaria extremadamente laxa, ya instalada en tipos muy bajos y negativos, y de una política fiscal de recorrido relativamente corto y peligroso, y el elevado nivel de endeudamiento global, situado en máximos históricos. Esta disrupción prolongada se traslada también al mercado del petróleo, sumido además en una guerra de precios, y finalmente a los mercados financieros, atenazados por una crisis de confianza que ahuyenta a los inversores y desploma las bolsas mundiales.

Toda esta situación podría constituir el germen de una crisis económica sin precedentes, de no adoptarse medidas coordinadas a nivel global, tanto para contener la expansión epidémica como para restablecer la confianza económica. Espero que les interese.

Boris Johnson, los tulipanes y el garbanzo contador

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En mi nuevo artículo, esta vez para Disidentia y sobre el #covid19, hago mías las palabras de Alberto Rojas para tratar un tema muy complejo y doloroso:

Un país que lucha por que no se mueran sus ancianos (mis padres y los tuyos) es mucho mejor que cualquiera que lo permita.

No cabe rendirse, nunca.

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Así puede ser la China post-coronavirus

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Inauguro mi colaboración regular con el Blog Salmón haciendo una reflexión sobre el posible papel del gigante asiático después de que el mundo consiga recuperarse la crisis provocada por el COVID-19. Mientras China reduce día tras día su cifra de infectados y empieza a flexibilizar sus restricciones, el mundo occidental se enfrenta a una crisis de enormes dimensiones y de consecuencia inciertas.

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