¿Un nuevo Churchill europeo?

Muy interesante la entrega semanal de Ana Palacio sobre la falta de liderazgo fuerte en la Conferencia de Múnich. No obstante, lo de "un nuevo Churchill" resulta poco realista.

Acierta la autora en describir el escenario actual, con una Europa atrapada en su debilidad estratégica y dependiente de EE.UU., que ahora prioriza Asia. La crisis de identidad occidental y la ausencia de visión estratégica agravan la situación.

No obstante, me parece poco realista esperar un nuevo Churchill en Europa. Su liderazgo surgió en una guerra existencial, con una amenaza mucho más real y una sociedad dispuesta a sacrificios. Esto es, Churchill fue el resultado de circunstancias excepcionales: una amenaza inmediata, una sociedad movilizada y un liderazgo dispuesto a tomar decisiones difíciles. Europa hoy enfrenta desafíos graves (el nuevo papel de EEUU, Rusia, China, crisis económica), pero sin la misma voluntad política.

Además, el liderazgo europeo está fragmentado entre instituciones comunitarias y gobiernos nacionales con agendas diversas, a veces contrapuestas. No hay un líder con el carisma, la visión y la capacidad de movilización que tuvo Churchill. Ni se le espera.

En su lugar, la UE depende ahora de consensos lentos, una pesada burocracia y un liderazgo colectivo que, aunque eficiente en tiempos de estabilidad, es insuficiente en momentos de crisis que exigen decisiones rápidas y audaces.

Pienso que el desafío no consiste en encontrar un solo gran líder, sino en generar un ecosistema de gobernanza más fuerte, donde los países europeos puedan actuar con mayor rapidez y determinación. Y para ello no se necesita "un salvador", sino una concurrencia de voluntades.

En mi última ponencia, explicaba a mi auditorio que no soy del todo pesimista. Confío en una reacción de la UE cuando se vea ya al borde del abismo. Como decía Robert Schuman, acciones urgentes de facto que propicien luego un cambio de paradigma europeo. Espero que no sea tarde.

El reto energético europeo: hay que reaccionar

Ahora mismo, el mercado del gas natural, todavía vital para la economía de muchos países, está completamente roto por voluntad de Putin. Los precios de la energía suponen un lastre insalvable para sus economías y su estabilidad sociopolítica. Desde hace meses, sabemos que Rusia iba a utilizar todas las medidas no bélicas a su alcance para presionar al bloque occidental, y muy especialmente a la Unión Europea.

En mi último artículo en Sintetia, reflexiono sobre el estado actual de la cuestión:

Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en España: estado de situación

Comparto de aquí un hilo en mi cuenta de Twitter que resume los puntos esenciales del informe realizado por CEOE con un seguimiento de los fondos europeos Next Generation EU en España.

Nos jugamos mucho en la gestión eficaz y eficiente, transparente y responsable de estos fondos, siendo como ha sido España uno de los países más golpeados por la pandemia y el país de la OCDE al que más le está costando recuperar los niveles pre-COVID.

Sobre el fondo de recuperación europeo

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Mi nueva entrada en El Blog Salmon está dedicada al #NextGenerationEU, el esperado fondo de recuperación europeo. La llegada de esta especie de maná caído del estrellado cielo europeo merece una reflexión pausada sobre expectativas versus realidades.

Leer el artículo completo: Pan de Ángeles

Big Trouble in Little Britain?

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El viernes a las 11:00 PM (hora de Londres, medianoche en Bruselas), el Reino Unido dejó de pertenecer a la Unión Europea, de la que formaba parte (a su peculiar manera) desde 1973. La salida se produce tres años, siete meses y una semana después de un referéndum en el que un 51,9% de británicos apoyó la opción del Brexit, tras un proceso trufado de rancio nacionalismo, abundante demagogia, falacias a todo ritmo y un sinfín de torpezas políticas, sin olvidar tampoco la ceguera, autocomplacencia y carencia de autocrítica de las instituciones comunitarias. En este sentido, no puedo sino compartir punto por punto el sentimiento expresado por Juan Claudio de Ramón: me cuesta mucho asimilar que el Brexit se hizo con mentiras, y eso me acaba casi importando más que otras consideraciones geopolíticas o socioeconómicas.

Todo lo dicho fue más patente todavía al escuchar el discurso de salida (pregrabado) de Boris Johnson, un revival a lo Churchill, que venía a emular los tiempos gloriosos de unidad y resistencia británica durante la Segunda Guerra Mundial. Fue como estar ante una especie de “Keep Calm and Carry On” del siglo XXI. El problema es que Boris no es siquiera la sombra de Winston (ni de Tatcher), que la sociedad británica afronta completamente dividida el futuro, que el enemigo externo a batir es un constructo mayormente ficiticio y que las maravillas que se anuncian resultan todavía especulaciones inciertas de una nación que, como las otras viejas naciones europeas, ya no es tan grande ni puede competir en el teatro geopolítico con añosas hechuras imperiales.

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¿Un nuevo comienzo?

Por otra parte, es comprensible que tras estos meses turbulentos sea difícil resistirse a la sensación de estar recomenzando, de liberarse de ese invisible yugo burocrático que tanto parecía maniatar al pueblo inglés y le impedía retornar a pasadas grandezas. La luz es ahora más clara, el aire más ligero, cualquier cosa es posible, todo está por venir, aunque sea la cruda realidad. De peores cosas hemos salido, apuntan los políticos brexiters, con la irresponsable displicencia que otorga el saber que, con toda probabilidad, nunca van a ser los paganos de sus decisiones. Por ello, la tentación de diverger con la Unión Europea es muy grande, y diverger es precisamente lo que pretende Johnson en estos próximos meses de negociación. Porque, queridos lectores, el Brexit no ha hecho más que empezar.

Recordemos que el 1 de febrero se inició el llamado periodo transitorio, que finaliza el 31 de diciembre de este mismo año. El Reino Unido podría solicitar una prórroga antes del 1 de julio, pero el premier británico no está por la labor. Pedir la prórroga más tarde de esa fecha requeriría una reforma del Acuerdo de Retirada o un nuevo acuerdo, lo que se considera prácticamente inviable. El problema es que el marco legal de relación futura que se pretende acordar en este lapso brevísimo de tiempo es, sencillamente, una pesadilla política.

El “mínimo vital”

La Declaración Política Revisada que acompaña al Acuerdo de Salida ha supuesto un cambio en la filosofía de la futura relación entre Reino Unido y la UE, alejándose de la estrecha relación que pretendía el gobierno de May y definiendo un nuevo marco basado en un acuerdo de libre comercio que permita la mencionada divergencia regulatoria entre ambos actores.

Dada la envergadura de la tarea negociadora y el exiguo calendario, Michel Barnier, jefe de la Task Force de la UE, ha propuesto centrarse en aquellos asuntos que no requieran la ratificación por parte de los Parlamentos nacionales, sugiriendo un “mínimo vital” compuesto por los siguientes elementos:

  • Un Acuerdo de Libre Comercio (FTA): centrado en bienes, incluyendo los productos agrícolas, y vinculado a un acuerdo de pesca (“imperativo”, según Barnier). El acuerdo incluiría disposiciones “sólidas” en materia de igualdad de condiciones (Level Playing Field, LPF).

  • Un Acuerdo en materia de seguridad interior

  • Un Acuerdo en materia de seguridad exterior

  • Disposiciones en materia de gobernanza.

Ahí es nada. En apenas 11 meses.

Por su parte, las estrategias negociadoras de la UE y del Reino Unido difieren notablemente, y vienen distorsionadas por el factor tiempo, como explicaba en un reciente hilo de Twitter, que finalmente ha dado lugar a esta entrada:

Con respecto a Gibraltar, Barnier asegura que se excluirá del mandato negociador, aunque el gobierno del Peñón ya se ha apresurado a arriar la bandera de la Unión y a izar la de la Commonwealth. Toda una declaración de intenciones.

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Tal combinación de complejidad y premura abre importantes interrogantes:

  1. ¿Seremos capaces de llegar a un acuerdo en menos de 11 meses?

  2. ¿Mantendrán los países de la UE la cohesión necesaria durante este período negociador?

  3. ¿Tenemos realmente asumida la posibilidad de un no deal en temas clave?

Sobre las tres cuestiones anteriores tengo muchas dudas, pero con respecto al Reino Unido, estoy convencido de que va a resultar un negociador incisivo, correoso, marrullero y desesperante para la burocracia comunitaria, y que someterá a dura prueba la consistencia de la Unión. No en vano, llevan décadas zascandileando en ella y siglos enteros enredando en el panorama geopolítico global, en incansable defensa de sus intereses. Los británicos son un pueblo admirable, orgulloso, tenaz y resistente, capaces tanto de grandes sacrificios y generosidades como de notables y persistentes atropellos. Más o menos, como cualquier antiguo imperio que se precie. No esperen otra cosa de ellos.

Por otra parte, tampoco debemos olvidar lo que comentaba hace unos días Enrique Feás al respecto a la posición de la Unión:

Los británicos no se dan cuenta de que, cuanto más integrado está un país en la estructura productiva europea (como el Reino Unido), más cuidadosa tiene que ser la UE con el “Level Playing Field”, porque más daño les puede hacer la competencia desleal. Canadá está a 5.000 km, ellos a 300.

En definitiva, las espadas están en todo lo alto.

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un futuro incierto

La realidad nos dice que, pese a las declaraciones de Johnson, las insufribles celebraciones de personajes como Farage y las continuas promesas de paraíso terrenal que ofrecen las portadas del Telegraph (autoproclamado “salvador del Brexit”), nos hallamos en un limbo de incertidumbres y de palabrería voluntariosa. Precisamente, una de las mayores incógnitas actuales es la propia capacidad del gobierno británico para gestionar todo el proceso con garantías, más allá de las alharacas mediáticas. Por no hablar de las renovadas tensiones nacionalistas en Escocia e Irlanda del Norte.

Como bien apunta The Economist, el análisis gubernamental de impacto económico del Brexit estimó la reducción a largo plazo del PIB per capita en el caso de una relación “cercana” con la UE (como la de Noruega) en alrededor del 1.4%, frente una pérdida del 4.9% en el supuesto de una relación más “distante”. La diferencia representa el coste de la divergencia regulatoria, con impacto directo en la vida de los ciudadanos británicos. Dicha divergencia ofrece también notables oportunidades, pero nada se ha materializado aún, salvo la mera constancia del divorcio.

Cierto es que de todo se acaba saliendo, pero aún está por ver si el Brexit supondrá para Gran Bretaña ese prometido retorno a antiguos esplendores o, por el contrario, la convertirá en un país más frágil y empequeñecido dentro del panorama global, una Little Britain sumida en un Enorme Problema por culpa de unos políticos que mintieron a su pueblo y no supieron estar a la altura de su historia.

Movilidad laboral de tabajadores transfonterizos en la UE: novedades

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Hace unos días, se acordó en el Parlamento Europeo la actualización de las reglas para coordinar los sistemas nacionales de seguridad social, con el fin de facilitar la movilidad laboral en la UE y salvaguardar derechos de los trabajadores en situaciones transfronterizas. Pese que es una medida con buenas intenciones, las diferencias normativas, de salarios y de protección social entre los diferentes países europeos propician desagradables situaciones de arbitraje y abren la puerta a abusos y mafias. la reforma se votará proximamente en el pleno del Parlamento.

Hilo en mi cuenta de Twitter:

Algo se mueve en la seguridad y defensa europea

(Estrenando colaboración con Artículo 30 Seguridad y Defensa)

Cogiendo la debida perspectiva y contemplando la evolución habida desde aquellos no tan lejanos tiempos de la Guerra Fría (ver imagen), resulta evidente que Europa ha avanzado un enorme trecho en el ámbito de la seguridad y defensa. La experiencia de hitos pasados nos dice que la voluntad política ha sido siempre el factor decisivo en cada uno de esos progresos. Esta vez tampoco será distinto.

Leer artículo completo en Artículo 30

En España mejoran las exportaciones... también las de profesionales especializados

Uno de los tuits de mi timeline que más repercusión tuvo el pasado fin de semana fue uno en el que compartía el siguiente mapa:

Fuente: European Forum Alpbach

El mapa muestra el flujo neto de profesionales especializados en el ámbito de la Unión Europea entre 2003 y 2013. Los países coloreados en verde son "receptores netos de cerebros", mientras que los países en rojo son "exportadores" de profesionales. La intensidad del color muestra la mayor o menor dimensión del flujo migratorio neto. Los datos para la elaboración de la infografía han sido obtenidos de la Base de Datos de Profesiones Reguladas de la Comisión Europea.

Desde 2003, 276.124 profesionales especializados, ciudadanos de la UE, han solicitado establecerse de forma permanente en otro estado de la UE para desarrollar su profesión. Las profesiones con mayor movilidad fueron:

1. Profesor/a de secundaria: 54.040
2. Doctor/a en medicina: 47.998
3. Enfermero/a: 39.773
4. Fisioterapeuta: 12.529
5. Dentista: 8.907   

Un gráfico realmente significativo. Da mucho que pensar, ¿no les parece?

Sobre deuda, déficit, mentiras y estadísticas varias

Descubro gracias al siempre inquieto Simón González de la Riva un excelente (a la par que inquietante) "paper" de Luis Espinosa Goded, titulado "El Soprendente Caso de la Medición de la Deuda Griega. Crímenes, Mentiras y Estadísticas".

En el trabajo, partiendo del ejemplo de la crisis de Grecia y de documentos de la Unión Europea, se cuestiona la posibilidad de medir la deuda de los países y las dificultades que una medición tan compleja presenta, así como de armonizar tales mediciones entre unos estados que emplean metodologías diversas. El autor pone asimismo en tela de juicio la capacidad de Eurostat para ejercer como supervisor eficaz de los datos proporcionados por los países miembros.

Concluye que datos como la deuda pública (o el déficit) no se pueden medir ni calcular con precisión, tan sólo "estimar" con un amplio margen de error y una limitada capacidad de supervisión por los organismos supranacionales. 

En el caso del déficit, Luis Espinosa apunta:

Las estadísticas las elaboran los estados miembros y las remiten a Eurostat, quien las publica conjuntamente ‘haciéndolas suyas’. Al ser los Institutos de Estadística organismos de los estados, y al tener las estadísticas presentadas tan importantes consecuencias económicas y políticas, los incentivos en juego para la presentación de datos ‘mejorados’ son altos. Así se reconoce en una Staff Discussion Note del Fondo Monetario Internacional, ’Accounting devices and fiscal illusions’, en el que se advierte de que:

’A government seeking to reduce its deficit can be tempted to replace genuine spending cuts or tax increases with accounting devices that give the illusion of change without its substance, or that make the change appear larger than it actually is. Under ideal accounting standards, this would not be possible, but in real accounting it sometimes is’.

En la nota se analizan hasta cinco maneras de hacer “desaparecer” parte del déficit:

1) Hidden Borrowing
2) Disinvestment
3) Deferred Spending
4) Foregone Investment
5) Disappearing Government.

Pueden consultar el documento (muy recomendable también) al que hace referencia el autor en este enlace. Muchos de los subterfugios que en él se describen les serán muy familiares; yo suelo denominarlos familiarmente el Kit Maybelline de no pocos gobiernos.

El caso de las cifras del déficit griego resulta paradigmático:

Termina el "paper" con una cita memorable del Estadístico Jefe de la Unión Europea, señor Redermacher:

The truth is not my business. I am a statistician. I don’t like words like ‘correct’ and ‘truth.’ Statistics is about measuring against convention.

Ahí queda eso. Para analizar y pensar. Mucho.