#Twecos 2020

twecos.jpg

En España hay 166.000 cuentas que hablan de economía (3,4% del total), de las que un 39% son mujeres. Crédito y Caución @creditoycaucion publica las 42 cuentas #twecos 2020, reconocienso su alto grado de influencia en la red. Tengo el inesperado honor de ser uno de ellos. Muy agradecido a quienes lo han hecho posible.

Aunque Twitter se ha estancado por debajo de los cinco millones de usuarios en España, es la red que más influye en la opinión pública por su alcance abierto y su formato de microblogging. En 2013 Crédito y Caución comenzó a estudiar de manera sistemática cómo y quién mueve información económica en esta red. La parte visible de ese proyecto son los #twecos, la lista actualizada de influencers económicos. Este año, además de consultar a nuestros followers, dircoms, economistas, analistas, empresarios o periodistas por sus cuentas imprescindibles, hemos peinado la red para detectar todos los perfiles que se ocupen de la economía

Por un desarrollo socioeconómico inclusivo y sostenible

desarrollo-social.jpg

“Somos muchos los que todavía creemos que la política es una actividad noble con clara vocación de servicio, cuya principal tarea consiste en gestionar adecuadamente los recursos públicos con objeto de crear condiciones que permitan incrementar la riqueza de la ciudadanía de manera sostenible y ayudar a quienes carecen de recursos suficientes.”

Bienvenidos a la Economía Cuántica

Andamos los economistas y pseudoeconomistas de todo pelaje a la greña con econtradas teorías, sin darnos cuenta de que en el siglo XXI nuestros postulados han sido ampliamente superados por la realidad incontestable de la Economía Cuántica.

En la economía clásica los activos tradicionales tienen propiedades específicas. De este modo podemos afirmar que "esta acción tiene recorrido", "este bono es seguro" o "aquel depósito bancario ofrece un interés atractivo". Sin embargo, en estos tiempos, donde rige la Economía Cuántica, los productos financieros sólo se pueden describir de manera borrosa. Bajo esta premisa, ya no tiene sentido pensar en un activo financiero con una característica definida, o cualquier otra cualidad que podamos considerar “específica”. Todo depende de cómo se mire o de qué acción realicemos o de quién la perpetre. Sólo así cobran sentido las aparentes insensateces que estamos padeciendo en los últimos tiempos.

En la Economía Cuántica la realidad es, como bien podemos constatar cada día, producto de nuestras propias expectativas. Si en el mundo físico una partícula puede comportarse como una onda o como materia, qué no va a poder hacer un inversor cuántico. Cuando mira, se comporta como una onda codiciosa, cuando actúa, como una partícula errática. En este contexto, los mercados son un conjunto inasible de “paquetes de energía”, de “quantum”, de fotones monetarios, de haces financieros con trayectorias inciertas. Todo se estructura según una lógica radicalmente diferente a la de la racionalidad, sobre un “espacio” metaeconómico en el que el dinero no es dinero, el tiempo es relativo y los fundamentos que conocemos ya no son tales sino otra cosa. El sentido común nos indica que, por ejemplo, la situación financiera de un país no puede ser mala y buena a la vez. Pero la Economía Cuántica, emulando el famoso experimento del gato de Schrödinger, dice que mientras nadie escudriñe en el interior de la agencia de rating, analista, político o periodista que evalúa al país, éste se encuentra en una superposición de las dos situaciones: mala y buena.

En consecuencia, podemos deducir que cada uno de los intervinientes en la economía, incluidos nosotros (lo sepamos o no), estamos creando la realidad financiera que vivimos a través de nuestra buena o mala conciencia manifestada en pensamientos, palabras y actos, que en última instancia son elecciones de las cuales depende si vamos a encontrar nuestra cartera repleta de dinero fresco o de telarañas. Que conste en acta.

Por esta calenturienta disquisición fijo que me dan el Nobel. De Física o de Economía o de Tontuna Alienante. Quizás incluso acabe escribiendo una columna en el New York Times...