Cómo organizar nuestra información sin morir en el intento

Este post responde a las cuestiones de algunos de mis lectores y, en especial, al interés de mi apreciado Jesús Puertas (alias @JesusEconomics en Twiiter) sobre mi forma de gestionar grandes cantidades de información, interés que me comprometí a satisfacer hace ya varias semanas mediante una entrada en este blog. Y como lo prometido es deuda, hoy compartiré con ustedes algunas claves de ese sistema personal. No pretendo, ni mucho menos, que constituyan un ejemplo a seguir, sino solo constatar que A MÍ me funcionan. Dicho esto, empezamos.

1. El caos no es una opción: desarrolla tu propio sistema.

Cuando manejamos grandes cantidades de información en formatos muy diversos (documentos de texto, imágenes, hojas de cálculo, enlaces web, recortes, clips de audio, correos electrónicos...), lo más importante es desarrollar un método propio de trabajo con el que nos sintamos cómodos y obtengamos resultados observables, así como mantenerlo y perfeccionarlo en el tiempo con autodisciplina y perseverancia. Se trata, sobre todo, de generar automatismos que nos ayuden a mantenernos organizados sin dedicar demasiado esfuerzo consciente a ello. Como dijo Cayo Plinio el Joven, "el hábito es el maestro más eficaz". No voy a resaltar aquí las excelencias de  conocidos sistemas de organización personal; pueden ustedes investigar, probar y aprender, así como tomar nota de los ejemplos positivos (y negativos) que observen en su devenir diario. En palabras de Francisco Alcaide y Laura Chica:  

2. Que no te entierren los archivos...

Uno de los primeros quebraderos de cabeza que todo profesional debe afrontar es el archivo y tratamiento de todos los documentos digitales necesarios para desarrollar su trabajo con eficacia. En este punto, mi recomendación se basa en tres principios básicos: orden, simplicidad y facilidad de acceso. ¿Cómo los aplico en mis tareas cotidianas? Aquí unas ideas:

  • Crear un sistema de carpetas agrupado en áreas temáticas o proyectos. No es necesario complicarse la vida haciendo muchas subdivisiones o subcarpetas, ello solo ralentizará nuestro trabajo. Cuanto más simple, lógico y acorde con nuestros esquemas mentales sea el árbol de archivos, mucho mejor.

  • Nombrar los ficheros correctamente. A mi entender, este es un proceso esencial, porque nos facilitará mucho la búsqueda posterior. Yo siempre utilizo el mismo sistema: "Año+Mes+Día+Contenido+Palabras Clave". Por ejemplo, si el día 26 de diciembre de 2015 quiero guardar un gráfico jpg que refleja los tenedores de deuda pública en Europa durante el año 2014 , lo más seguro es que lo denomine "20151226 Tenedores deuda pública Europa 2014.jpg". Otros ejemplos (reales) sacados de mis carpetas: "20151214 Indemnización Despido Empleo España 2015.png" o "20151106 Asalariados Edad Decil Empleo España 2014.png". Este método nos ordena los ficheros por orden cronológico con independencia de la fecha del sistema. Después, al ir a la carpeta correspondiente y teclear en la ventana de búsqueda cualquiera de las palabras clave (o un fragmento de ellas, como en la siguiente imagen), obtendremos resultados inmediatos y fáciles de filtrar. Cómodo, ¿no? Con un poco de práctica, acaba saliendo solo.

  • El tercer elemento clave es la facilidad de acceso, y aquí resulta imprescindible utilizar los servicios de almacenamiento en la nube. Nos otorgan una flexibilidad imbatible, al facilitar la consulta y actualización de archivos desde todos nuestros dispositivos, ya sean móviles o estaciones de trabajo. Hay excelentes proveedores en este área, como Google Drive, pero yo tengo debilidad por Dropbox, debido a su seguridad y versatilidad. Por supuesto, a partir de un determinado tamaño de almacenamiento, el servicio es de pago, pero ya se sabe: nada bueno es gratis.

  • Finalmente, nunca olviden la regla de oro de todo gestor de información: hagan copias de seguridad periódicas de sus archivos, siempre. Así, cuando la nube falle temporalmente o su PC se estropee (que pasará, tarde o temprano), sus muchas horas de trabajo e investigación estarán a salvo. Esta recomendación, desgraciadamente, se olvida pronto, y casi siempre la acabamos aprendiendo por la vía dolorosa.

3. No te enredes en las redes

Internet y las redes sociales suponen una fuente inagotable de información difícil de ordenar y manejar. Como en el apartado anterior, recomiendo sensatez y simplicidad a la hora de hacerlo.

  • Un buen navegador dotado de los complementos adecuados nos facilitará mucho la tarea. Para este propósito, he usado tanto Firefox como Google Chrome, añadiendo algunas útiles extensiones. En primer: un lector RSS, imprescindible para mantenernos al día de nuestras fuentes favoritas. Yo utilizo feedly para tal menester, aunque hay otros buenos productos disponibles. Asimismo, tengo instalada la extensión de Pocket, una potente herramienta multiplataforma que nos permite organizar artículos web. Con dichas utilidades, más un potente bloqueador de publicidad intrusiva como Adblock, me siento perfectamente pertrechado. Y un inciso final: olvídense de llenar su navegador de marcadores. No resulta útil ni eficiente.

  • Con Twitter, del que soy usuario muy activo, resulta más difícil recopilar y organizar información valiosa, por la propia naturaleza de la plataforma. Más allá del consabido uso de los "Me gusta" y de las listas, hay algunas herramientas muy útiles, empezando por Tweetdeck, aplicación de escritorio de Twitter con una excelente interfaz de trabajo. Para terminar, no desdeñen el muy útil recurso al pantallazo como medio de conservar tuits destacados, aunque Twitter ha mejorado su herramienta de guardado.

4. Simplifica el correo electrónico

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Otra de las pesadillas cometiempo de cualquier analista es la gestión del correo electrónico, mucho más si la lista de contactos es amplia. En este punto, he de reconocer que en su día me costó lo suyo adaptarme a la filosofía de Gmail y olvidarme de repositorios temáticos o etiquetas. Hasta que finalmente comprendí que tenía el potentísimo buscador de Google al servicio del enorme tótum revolútum que es mi buzón, fui un esclavo del email.

5. Recapitulando

No hace falta ser un experto en organización para gestionar de manera ordenada y sencilla nuestro flujo de información. Sensatez, simplicidad, persistencia y la correcta selección de unas pocas herramientas de apoyo, resultan más que suficientes para configurar un sistema propio y funcional con el que nos sintamos cómodos.  El objetivo es esforzarnos por automatizar buenos hábitos para poder dedicar nuestro tiempo y esfuerzo (ambos preciosos) al grano esencial de nuestra actividad, cambiando cantidad por calidad

Mucha suerte en el empeño y que les cunda.

Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacer tu cama

Nota: Entrada del 21.06.2014 recuperada de mi antiguo blog

Una costumbre muy arraigada en los Estados Unidos es la de los "commencement address", discursos que se dan a los alumnos que obtienen su graduación, tanto en la universidad (college) como en un instituto (high school). Para pronunciar dichos discursos, la institución educativa invita a un personaje notable por sus logros, ya sean del mundo de la política, los negocios, la eduación, la ciencia, las artes o, como en este caso, el mundo militar. Todos los años se pronuncian cientos de "commencement address", algunos de ellos memorables, destinados a inspirar e iluminar el futuro de los recién graduados mediante el ejemplo vital de la personalidad invitada. De todos los que he podido escuchar este año, sin duda me quedo con que pronunció el Almirante William McRaven el pasado mes de mayo durante la ceremonia de graduación de la Universidad de Texas en Austin.  

Mc Raven es el actual Comandante del Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos (USSOCOM), y dirigió la operación "Neptune Spear", que condujo a la localización y muerte de Osama bin Laden. En su discurso, compartió con los alumnos las lecciones vitales extraidas de su experiencia como Navy Seal, una de las unidades de operaciones especiales más exigentes del mundo. Se trata de una intervención directa, sucinta (apenas 20 minutos), clara y muy emocionante sobre la capacidad que todos tenemos para cambiar el mundo. Para el Almirante Mc Raven, todo empieza por un acto tan simple como hacer tu propia cama, tarea que cada amanecer, sin excusa, debía realizar a la perfeccióndurante su entrenamiento como "Seal":

"Si haces tu cama cada mañana, habrás completado la primera tarea del día. Te proporcionará una pequeña sensación de orgullo y te animará a realizar otra tarea y otra y otra. Al final de la jornada, una tarea finalizada se habrá convertido en muchas otras tareas finalizadas. Hacer tu cama refuerza también el convencimiento de que, en la vida, las pequeñas cosas importan. Si no puedes hacer bien las cosas pequeñas, nunca harás bien las grandes. Y si por casualidad has tenido un día horrible, regresarás a casa y te acostarás en una cama bien hecha (que tú has hecho), y esa cama te está diciendo que mañana todo irá mejor. Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacer tu cama".

Esta fantástica reflexión constituye el primer punto de un decálogo que podemos resumir así:

1. Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacer tu cama. Haz bien las cosas pequeñas para poder hacer bien las grandes.

2.No puedes cambiar el mundo tú solo. Si quieres cambiar el mundo, busca gente que lo haga contigo.

3. Si quieres cambiar el mundo, mide a las personas por el tamaño de su corazón.

4. Si quieres cambiar el mundo, recupérate de los fracasos y sigue adelante.

5. Si quieres cambiar el mundo, no tengas miedo de las situaciones más comprometidas, difíciles ni avergonzantes. La vida está llena de ellas.

6. Si quieres cambiar el mundo, a veces tienes que arriesgarte y ponerte en cabeza.

7. Si quieres cambiar el mundo, nunca retrocedas ante los tiburones que quieran avasallarte.

8. Si quieres cambiar el mundo, debes ofrecer lo mejor de ti mismo en los momentos más oscuros.

9. Si quieres cambiar el mundo, empieza a cantar cuando estés cubierto de barro hasta el cuello. Nunca subestimes el poder de la esperanza. 

10. Si quieres cambiar el mundo, nunca, jamás, te rindas.

Una magnífica lección vital ¿no les parece?