El impacto del suministro de gas ruso en Europa

La Unidad de Inteligencia Económica de The Economist ha estimado el impacto económico de la reducción del suministro de gas ruso a Europa. Estos son sus efectos primarios y secundarios:

Directa o indirectamente, todos estaremos afectados. Las economías de mayor riesgo: Hungría, República Checa y Eslovaquia. Muchos países europeos se enfrentarán, además, a una doble amenaza por los recortes de gas a Alemania.

Les incluyo las conclusiones del análisis prospectivo. Debemos prepararnos para tiempos duros:

  • Efectos a corto plazo: "Esperamos una recesión en Europa este invierno, con el mayor impacto económico en el cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023. Un contexto mundial poco favorable - dado el endurecimiento monetario de EE.UU., la ralentización del crecimiento de China y el creciente nerviosismo de los inversores- agravará la desaceleración europea”.

  • Efectos a medio plazo: "Reponer el almacenamiento de gas en 2023 será difícil, ya que es probable que las reservas se agoten por completo este invierno. La transición desde Rusia como fuente de energía hacia el GNL y las energías renovables llevará tiempo. La reactivación de la energía de carbón en algunos países supondrá un retroceso temporal en la reducción de emisiones. El invierno de 2023/24 será probablemente complicado."

  • Efectos a largo plazo: “El suministro energético de la UE será más ecológico y resiliente (aunque siga dependiendo de de importaciones para las tecnologías renovables). Los altos precios de la energía incentivarán a hogares y a empresas a invertir en una mayor eficiencia energética. A largo plazo, la influencia geopolítica de Rusia sobre la UE se habrá debilitado. Sin embargo, esta transición llevará varios años y conllevará un considerable dolor económico y turbulencias políticas."

Pese a la incertidumbre, me parece un escenario harto probable que augura momentos muy difíciles. España, por su parte, tiene un enorme activo en su capacidad regasificadora. Desde luego, si no somos capaces de poner en valor esta fortaleza geoconómica, no tendremos perdón como país.

Una coyuntura global tremendamente complicada.

Desgraciadamente, se confirman las tendencias globales que apuntaba en mi artículo del mes de marzo en Sintetia : “Crisis, What Crisis?”:

  1. Los efectos de la invasión rusia de Ucrania tienen impacto mundial, especialmente en los más vulnerables.

  2. La política energética ha virado hacia la seguridad del suministro y la diversificación de las fuentes, y es un camino de no retorno.

  3. Del mismo modo, la seguridad alimentaria se ha convertido en otra prioridad estratégica.

  4. Se intensifica la carrera por las materias primas estratégicas, tierras raras, materiales críticos y productos básicos. Una carrera que no será amistosa y que augura inestabilidad en los países productores política e institucionalmente más débiles.

  5. Veremos cambios muy importantes en la gestión de las cadenas de suministro.

  6. Los estándares tecnológicos mundiales tienen más posibilidades de diverger. La competencia gana terreno a la cooperación, a ritmo acelerado.

  7. Los efectos en el sistema financiero son todavía imprevisibles: la volatilidad es la nueva normalidad.

  8. El gasto en defensa aumenta y lo seguirá haciendo en los próximos años.

  9. El ciberespacio es un escenario creciente de conflicto. Y el entorno espacial empieza a serlo también.

  10. La incertidumbre sigue siendo máxima; cualquier escenario es posible.

En estos momentos, no soy nada optimista: vamos a peor.