Hasta en la sopa

Ayer noche cené sopita caliente, esa de letras que tanto me gusta porque me recuerda la niñez. Como antaño, jugué a componer palabras, pero sólo conseguí formar una: 

La deshice de inmediato, pero las letras quedaron flotando muy cerca, amenazando con recomponerse. Las sorbí de una cucharada pero se resistieron a ser deglutidas y me atraganté. Entre toses y arcadas, aprovecharon para escabullirse por el conducto nasal, camino de mi oído interno. Sentí como lo atravesaban para instalarse finalmente en mi cerebro. 

Ahora no dejan de atormentarme. Se agitan, picotean mis neuronas y activan las sinapsis cuando leo el periódico y se ven reconocidas en cada titular o pie de foto. Vibran entusiasmadas al escucharse en los telediarios y espacios radiofónicos, y me inoculan dolor cuando trato de ningunearlas. 

Me han robado la paz de espíritu. Soy un pobre ciudadano en busca de ese gramo de soma que cure mis diez sentimientos melancólicos. ¿Qué puedo hacer? Tal vez si pongo la Sexta... 

Me cuentan que por allí sale a menudo un tipo con coleta y mucha labia que promete dinero para todos en un nuevo paraíso terrenal. Eso suena bien. Total, para escuchar cantinelas, al menos que nos regalen los oídos.

Les dejo, pues. Voy a tirar la sopa por el retrete y a sentarme frente al televisor. 

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El Kit Maybelline de los gobiernos manirrotos

El pasado 21 de noviembre publiqué en Sintetia la primera parte de un nuevo artículo, a propósito de la lectura de un magnífico documento de trabajo del FMI elaborado por  Timothy C. Irwin, sobre lo que el autor denomina “accounting devices”: artificios contables destinados a reducir el déficit oficial del año en curso incrementando el déficit futuro, aplicables también a los datos de deuda.

La entrada incluía una sencilla tabla con la taxonomía de tales estratagemas, organizadas según los efectos a conseguir en el ejercicio corriente y las consecuencias derivadas de su aplicación en ejercicios futuros:

Pueden acceder al artículo completo en el siguiente enlace:

Física político-administrativa: el Momento Burocrático de Inercia

Nota: entrada del 04/02/2012 recuperada y actualizada de mi antiguo y desaparecido blog.

Los que me leen habitualmente saben que siempre insisto en referirme a la enorme dificultad, rayana en la imposibilidad, que vamos a encontrar para salir de esta crisis sistémica utilizando los mecanismos del propio sistema.

Recurrir a los mismos trucos de siempre, renombrándolos u ordenándolos en secuencias distintas, sólo conseguirá retrasar el crudo momento de la verdad. En el ámbito público, tal afirmación resulta casi irrefutable. El aparato burocrático español tiene hechuras de mastodonte y resulta un compendio de derroche e ineficiencia. Vivimos en un sistema basado en la superposición de administraciones manirrotas que solapan servicios públicos, subvenciones y otros inventos, justificando su existencia en la legitimidad de un modelo de estado que no fue pensado para tamaño dispendio.

Podemos asemejar nuestra Administración a un gigantesco objeto que gira sobre sí mismo, dando vueltas y más vueltas alrededor de paradigmas que deberían estar ya superados. En este punto surge el concepto físico de momento de inercia.

El momento de inercia es similar a la inercia, excepto en que se aplica a la rotación en vez de al movimiento lineal, y además depende de la distribución de la masa en el objeto. Cuanto más lejos está la masa del centro de rotación, mayor es el momento de inercia.

Matemáticamente se expresa como:

I = \sum m_ir_i^2 \,

Imaginen una mole siempre creciente (la Administración) desarrollando su perpetuo movimiento circular burocrático alrededor de un eje ciudadano cada vez más alejado de ella.

La resistencia que presenta dicha mole a ser desacelerada o detenida en rotación resulta inconmensurable, debido a su momento de inercia. A ella se incorporan generaciones sucesivas de políticos y burócratas sin afectar apenas su movimiento. Y así transcurren las décadas...

La única forma de reducir ese Momento de Inercia Burocrático es mediante la reducción drástica de la masa administrativa y su acercamiento decidido al ciudadano.

Iniciativas ambas sobre las que guardo un pertinaz (y sano) escepticismo.

Los efectos de la fiesta monetaria, en una viñeta

A veces, una simple imagen o una buena tira de cómic resumen en un genial flash cientos de sesudas explicaciones sobre un determinado fenómeno económico. Es lo que ocurre con esta viñeta encontrada ayer en The Telegraph sobre lo que realmente está ocurriendo en los mercados con tanto QE y tanta inyección de liquidez. Para enmarcar (click para ampliar):

Consejos para evitar la "fatiga y recaída del deudor"

Ayer se publicó en mi blog de finanzas éticas y responsables de Domestica Tu Economía un nuevo artículo de la serie dedicada a la difícil lucha contra el endeudamiento familiar.

En el texto se reflexiona sobre los principales peligros que amenazan nuestro camino hacia unas finanzas personales libres de cargas onerosas:

Los anteriores artículos de la serie fueron:

 

#9N: Reflexiones de un (mal) catalán

Finalmente se celebró la farsa democrática del #9N en Cataluña, que el sector independentista (en el que incluyo al Govern y a sus organismos) ha presentado  como éxito absoluto.  Sin embargo, si atendemos a las cifras que nos porporciona la Generalitat (sí, esa que iba a cumplir el mandato legal), mi visión de los resultados es harto diferente:

Todo ello, además, como bien dice Francesc de Carreras, habiéndose votado en un proceso absolutamente incalificable desde el punto de vista de la sensatez y de la seguridad jurídica:

...sin garantías, sin base legal, sin censo, sin controles, sin mesas imparciales, sin saber si el recuento será verdad, incumpliendo la propia ley catalana que regula el proceso, con unos órganos de comunicación oficiales convertidos en puros órganos de propaganda (Catalunya Radio, la emisora pública de la Generalitat, no hizo este domingo otra cosa desde las ocho de la mañana hasta que se cerraron las urnas), con una doble pregunta incomprensible.

Entiendo, no sin desazón, que el presidente Mas vea este mal remedo de referéndum como un triunfo personal, dada la inacción de las instituciones españolas para impedirlo. No obstante, insulta a la inteligencia y a las reglas de cualquier democracia acreditada pensar que la aspiración (legítima) a la secesión de unos 1,8 millones de personas (dando por buenas unas cifras imposibles de certificar) sobre más de 6 millones de catalanes con "derecho a voto" y 36 millones de españoles (censo electores 2011) pueda torcer por la vía de los hechos consumados la arquitectura democrática de un país entero.  ¿Nos hemos vuelto locos?

Además, esta llamada ilegal a las urnas encierra para mí una derivada mucho más inquietante, que pocos medios destacan. Ahora mismo, el aparatchik secesionista, impulsado por dos formidables máquinas propagandísticas bien engrasadas y subrepticiamente financiadas con dinero público como son la ANC y Òmnium, dispone ya de datos frescos y detallados de su "clientela fiel", tales como identidad, residencia, edad, procedencia, perfil sociocultural, etc. Una información que le permite analizar, segmentar y convertir en target de su potente marketing político aquellos sectores de la sociedad catalana más impermeables al discurso separatista, esto es, los "malos catalanes" como un servidor.

Pensar, como me apuntaba un bienintencionado independentista, que el régimen catalán no va a sacar provecho de tal inestimable fuente para sus fines, resulta de ciegos o ignorantes. 

Finalmente, como catalán que soy, sólo me cabe transmitir la enorme tristeza que tanto despropósito me produce. Tristeza y también vergüenza por este proceso que es, ante todo, una tomadura de pelo y una tremenda falta de respeto de muchos paisanos míos a millones de compatriotas, ciudadanos de a pie y vecinos, que construyeron este país juntos y que siempre han respetado, admirado y envidiado Cataluña. 

En fin, como bien escribió el gran Galdós:

No hay cosa, por desatinada que sea, que no pueda ser verdad en España.

Argumentar con lógica y propiedad

Ayer se publicó mi nuevo artículo en Sintetia, que trata sobre los subterfugios que utilizamos continuamente en el debate económico actual, y que ha generado interesantes intercambios de pareceres en la red:  

La entrada analiza el terreno minado de la falacia discursiva, ese cotidiano cúmulo de argumentos torticeros y simplones que tanto abunda en el debate económico. Es una reflexión que surge, además, gracias al estudio del tema por parte de mi hija Itziar en la clase de Lengua Inglesa Avanzada de su High School.

Como magnífico complemento, uno de los lectores compartió el enlace a un breve pero brillante libro sobre el tema, que puede ser visualizado o bien descargado, y al que pertenece la imagen que encabeza este post:

El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y tú eres la persona más fácil de engañar.
— Richard P. Feynman