Breves chispazos sobre la EPA del segundo trimestre de 2015.

Hace dos días salió a la luz la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre del año.  Como es habitual, la publicación de los datos dio pie a sonoros golpes de orgullo en el pecho por parte de algunos y a garrotazos calamitosos de otros hacia los primeros. Un nuevo episodio del típico debate económico nacional, preñado de hooligans que a la primera de cambio se mentan las ideologías o las madres, según el caso. Eso sí, pocos datos e interpretados a la remanguillé.  

El caso es, tal y como apuntaba en mi timeline, que las cifras publicadas son positivas, le pese a quien le pese. Eso sí, ni resultan tan estratosféricas como las pintan algunos ni tan desoladoras como argumentan otros. Aunque el gap que debemos recuperar es todavía enorme, la tendencia de los últimos meses es lenta pero buena:

Otro dato relevante (también favorable) de la nueva EPA tiene que ver con la población activa, la cual experimenta un aumento de 116.100 personas en el segundo trimestre de 2015: 23.015.500 en total. En el excelente Storify de Combarro pueden encontrar muchos más gráficos sobre la Encuesta, que confirman la apuntada tendencia positiva.

En el lado oscuro de las cosas, uno de los argumentos estrella de la crítica más negativa (que suele coincidir con los sectores a la izquierda del panorama político) es el de que la mayoría del empleo creado es "temporal, de baja calidad", como si fuera un fenómeno achacable a los gobernantes actuales y no una realidad estructural de décadas.

En este gráfico de 2013, @absolutexe ponía en evidencia este hecho: "el 90% de contratos que se firman mensualmente son temporales … exactamente igual que ha venido pasando desde mediados de 1997"

Según los datos de la EPA, el total de nuevos asalariados durante el segundo semestre de 2015 ha sido de 368.400, de los cuales Indefinidos fueron 60.800 (un 16,5 %) y temporales 307.600 (83,5%). Todo ello con un porcentaje total de trabajadores indefinidos del 74,91%. Nada novedoso en el mundo laboral patrio: ese tanto por ciento de trabajadores con contrato indefinido ha permanecido oscilando alrededor del 70% - 75% desde hace más de una década. Datos son amores y no difusas razones.

En definitiva, estamos creando empleo, aunque bastante por debajo de nuestro potencial, todavía con un buen número de ineficiencias, rigideces y despilfarros a nuestras espaldas, y con similares patrones estructurales. Debemos reconocer también que no se puede pasar de nuestro reciente burbujón a un incierto "nuevo modelo" a golpe de decreto y por la vía rápida. De hecho, seguimos el camino lógico de creación de empleo de cualquier economía recién salida del estado comatoso e inmersa en un ambiente todavía incierto: comenzamos con empleo temporal a tiempo parcial, que luego se transforma a tiempo completo, para convertirse, si las circunstancias externas y estructurales lo permiten, en empleo fijo. 

Sin embargo, no contribuirá a ese repunte insistir en añosas políticas de fomento del empleo, auténticos pozos de dispendio presupuestario de resultados demostradamente inciertos. Iniciativas tales como los 1.543 millones de euros (ahí es nada) del nuevo  Plan Anual de Políticas de Empleo (PAPE) 2015 pueden parecer un manido dejà vu. Uno de los más lúcidos economistas de nuestro foro señalaba que esos millones "terminarán yéndose por el retrete de subvenciones y ayudas, sin generar un puñetero empleo neto", y no le falta razón. Tal sinsentido es evidente para otros analistas: "te llenan de distorsiones e impuestos que encarecen la contratación y después te dan dinero para paliar las ineficiencias creadas". A este respecto, merece la pena leer el artículo (y sobre todo, los estudios en él enlazados) de José Ignacio García Pérez (Universidad Pablo de Olavide): "¿Tienen las subvenciones a la contratación los efectos deseados sobre la estabilidad de los empleos? ". Comenta el profesor:

No está claro que las bonificaciones llevadas a cabo hasta ahora tanto por el gobierno central como por la mayoría de los autonómicos hayan sido muy efectivas a la hora de aumentar el volumen total de empleo indefinido

Como apunta el autor, tales subvenciones contribuyen a generar indeseables distorsiones en el mercado laboral. La contratación de trabajadores subvencionados ha servido, entre otras cosas, para sustituir a otros trabajadores ya empleados y contratar a trabajadores que habrían sido igualmente contratados en ausencia de la subvención. A todo ello debemos sumar el agujero negro de los cursos de formación, así como la poca efectividad de los servicios públicos de empleo, como ponen de manifiesto estos gráficos compartidos por Fernando Sols Cueto:

No estoy especializado en este área económica, pero entiendo que la solución pasa por avanzar mucho más en la simplificación de las figuras contractuales y la normativa laboral, la reducción de trabas administrativas y cargas fiscales. También en la completa reestructuración de nuestro sistema de enseñanza y su articulación con el mercado de trabajo. Siguiendo con José Ignacio García Pérez:

Cualquier reconsideración que se haga de las bonificaciones a la contratación requerirían, en primer lugar, evaluar si no sería más eficiente fomentar la contratación indefinida con otros instrumentos. Uno de ellos sería la sustitución de todos los contratos actualmente existentes por un nuevo y único contrato que proteja al trabajador contra un posible despido futuro de una manera distinta a como se ha hecho hasta ahora. Si las nuevas contrataciones se hicieran con este nuevo contrato no sería, seguramente, necesario seguir utilizando de manera general estas subvenciones y bonificaciones a la contratación por lo que se podrían liberar ingentes cantidades de dinero público para dirigirlas a actividades más necesarias de cara al cambio de modelo productivo como puede ser la formación específica en la empresa y el aumento en la dotación de puestos de trabajo con más contenido técnico.

Y oigan, llevamos AÑOS de retraso. Porque las verdaderas reformas, esas que tanto necesitamos, todavía están pendientes. Por nuestro bien futuro como país, esperemos (parafraseando a Sinatra) que lo mejor esté aún por llegar.