La pizarra de Bart: pensando en Teresa

Es infinitamente mas contagiosa la necedad que el Ébola. Y a veces tan dañina como el virus. Lo que está ocurriendo ahora mismo en España en relación con este tema ha puesto de nuevo en evidencia, más que nunca, nuestras miserias y nuestras carencias. Entre estas últimas, destaca la absoluta falta de empatía de algunos gestores de la crisis ante el drama humano que se está desatando, empatía cuyo lema de oro hoy hacemos copiar a Bart en su pizarra:

Para Teresa, todo mi ánimo. Respeto absoluto por ella. Se ruega, por lo menos, un exquisito comedimiento.

Los miserables, los pobres de espíritu, que callen para siempre. 

El momento de asumir las responsabilidades por tus acciones u omisiones siempre es AHORA, salvo en política.
— Un ciudadano indignado
Viñeta publicada en El Mundo

Viñeta publicada en El Mundo


Postdata: acabo de leer este maravilloso texto de Manuel Jabois, que coincide plenamente con el espíritu de este post, pero mucho mejor escrito, claro está...

(Hacer click en la imagen para ampliar)

Canallesca Odiadora 2.0

Pasó con Emilio Botín hace unos días y hoy está pasando con Isidoro Álvarez: ha sido conocerse la noticia de su muerte y aparecer la habitual caterva de mezquinos repartiendo porquería sobre su persona. 

Comentarios como este y otros mucho peores son jaleados por una numerosa legión de energúmenos e indignados digitales cuya única actividad conocida es la de manipular y defecar en los trabajos, las casas y las tumbas de los demás. Algunos de ellos se las dan, además, de estrellas intelectuales y mediáticas. Mal síntoma.

Todos los grandes personajes de la historia económica moderna de España tienen luces y sombras, las mismas que cada día se advierten en nuestro sistema político, económico y administrativo, pero la absoluta falta de empatía y respeto de algunos opinadores ante la muerte de uno de ellos me resulta inadmisible y me indigna. 

Una persona que mediante su empresa ha conseguido crear cientos de miles de empleos durante varias generaciones, empresa que además sigue dando trabajo a muchísimos españoles en todo el territorio peninsular (93.300  empleos directos más 20.000 de marcas colaboradoras en sus centros), merece respeto el día de su fallecimiento. No se trata de ocultar la crítica, sino de ser discreto y generoso en ese tránsito que a todos nos tocará pasar tarde o temprano. 

Es una mera cuestión de civismo y educación. Quien no lo entiende así demuestra unas grietas morales difíciles de reparar. ¿Las causas? Ignorancia, inmadurez, necedad... y también envidia., mucha envidia, mal endémico de la sociedad española, siempre reticente hasta la maledicencia en reconocer los méritos de los demás, especialmente si éstos traen consigo fama y fortuna.

Envidiar puede ser sano o ponzoñoso. Cuando la envidia viene acompañada de sincera admiración, es un gran motor de mejora personal, porque emular las bondades de otro resulta una sana forma de aprendizaje. Sin embargo, la envidia que advertimos cotidianamente es casi siempre del tipo enfermizo, una corrosión del alma que impide ver como justos los logros ajenos y les otorga causas irracionales o imaginarias. 

El envidioso carcomido persigue el perjuicio de su envidiado. En ningún caso trata de entenderlo, porque su falta de juicio se lo impide. Acomoda su comportamiento al objeto de su envidia y se convierte en un negativo deforme de persona

Resulta muy difícil defenderse de la envidia, y por ello el daño de un envidioso es tan moralmente destructivo. Irrumpe por sorpresa y nos deja atónitos, al exceder nuestras referencias morales. Por eso también es tan complicado mantener la compostura ante un canalla reconcomido. El problema es que si la perdemos estamos entrando en su juego.  Punto para ellos. Nunca hay que darles tal satisfacción.

Por tanto, ante un odiador envidioso o de otro tipo, sólo cabe reaccionar con serena firmeza, denuncia pública y bloqueo mediático.  

Además, como podrán comprobar en el vídeo, los trolls acostumbran a ser tipos muy lastimosos. Lo mejorcito de cada casa.

Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia.
— Tennessee Williams


Manipula, que algo queda...

El desarrollo exponencial de las redes sociales y, con ello, de la transmisión casi instantánea de información e ideas, ha propiciado la aparición de incontables voceros de todo tipo. Muchos de ellos son maestros del ruido, la distorsión y la manipulación que medran en dichas redes auspiciados en la distancia, el anonimato o el pandilleo 2.0. La mayoría de las veces son individuos poco dotados intelectualmente pero muy hábiles en la estratagema verbal. Parece que saben de lo que hablan, aunque lo suyo sólo es la fachada del cambalache. Otros, más preparados y peligrosos, hacen lo mismo pero con más elegancia y discreción. 

No obstante, en todos ellos podemos encontrar algunas pautas que nos pueden ayudar a detectarlos:

  1. Suelen abusar de citas y atribuciones falsas, sabiendo que nos da pereza contrastarlas.
  2. Llevan sus símiles y comparaciones al absurdo, buscando a la vez un objetivo emocional y la distracción sobre el tema principal.
  3. Defienden y repiten eslóganes, lemas y frases hechas una y otra vez hasta el agotamiento de su interlocutor. 
  4. Invaden el terreno privado, utilizando el ataque personal y la crítica hacia cualquier aspecto de su víctima, aunque no tenga nada que ver con el asunto que se trata.
  5. Acosan, insultan y amenazan cuando su oponente muestra firmeza.
  6. Huyen de los datos o, cuando los usan, los tergiversan para reforzar su mensaje.
  7. Realizan floridas promesas vacías de sustancia e insostenibles.
  8. Mienten, directamente, por acción u omisión.  

A un manipulador se le responde con paciencia (ojo, no es infinita), datos, sensatez y, por qué no, ironía y sentido del humor. Debemos intentar ser naturales en la discrepancia, decir "por aquí no paso" cuando se precise y despedir e ignorar cumplidamente al individuo antes de que llegue a hartarnos. Se trata de defender con convicción y serenidad nuestras ideas mientras nos rebotan todas sus argucias. 

Les aseguro que el manipulador acabará, o echándose atrás y respetando nuestro espacio intelectual, o bien dejándonos en paz mientras busca otras víctimas propiciatorias. 

Resumiendo: ante la manipulación, civilización. Suerte.

Siempre hay alguien que te dice lo que debes hacer, ya no existe el silencio, en todas partes hay ruido; si tú no estás con tus propios pensamientos, cómo vas a entender el sentido de las cosas, es imposible. Vivimos bajo una manipulación perversa, muy sutil.
— Susanna Tamaro

Pecados profesionales: la pereza

Nota: entrada del 4/12/2009 recuperada y adaptada de mi antiguo blog.

El sacerdote y filósofo español Jaime Luciano Balmes (1810-1848) escribió que la pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada. En el mismo sentido, el escritor Samuel Beckett (1906-1989) afirmó que no existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza. 

La pereza es un defecto muy extendido, pero a su vez tiene fácil remedio. Basta con sacudirnos la negligencia, el tedio o el descuido en el cumplimiento de nuestros deberes para ser capaces de llegar a lo más alto.

Ante la pereza, voluntad:

La voluntad es la joya de la corona de la conducta. La voluntad es aquella disposición para querer algo y ponerse a buscarlo en esa dirección.

Hay una distinción que me parece muy interesante y es la diferencia entre desear y querer. Desear es pretender algo desde el punto de vista pasajero. Depende de sensaciones exteriores y responde a mecanismos que se disparan con una cierta inmediatez. Tiene que ver con la determinación, la firmeza, el verse motivado por algo y avanzar en esa dirección. El deseo se da más en las personas poco maduras, mientras que el querer se da en aquellas que tienen una solidez más rocosa.

Voluntad es elegir y elegir es anunciar y renunciar. La voluntad consiste en preferir. Se trata de la capacidad para ponerse metas concretas y luchar por conseguirlas. Deberíamos ser capaces de tener una especie de tabla de ejercicios de gimnasia de voluntad: ahora hago esto sin gana porque es mi obligación y después me aplico en esa otra tarea porque es bueno para mí y más tarde hago aquello otro porque sé que hará de mí un hombre o mujer de una pieza. La costumbre de vencerme en lo pequeño. En una palabra, la victoria sobre sí mismo.

El hombre inferior vive aferrado a lo inmediato, al deseo momentáneo que tira de él al sentirse estimulado por su presencia. Mientras que el hombre superior se proyecta hacia delante sacrificando lo inmediato por lo mediato.

Toda educación empieza y termina por la voluntad.
— Enrique Rojas

En estos tiempos difíciles no nos queda otra opción que ponernos manos a la obra. No cabe la congelación de la voluntad, el abandono de nuestra condición de seres activos y emprendedores.

Así que, ¡fuera telarañas!



Sobre la homeostasis del riesgo y los excesos regulatorios

Mi apreciado compañero de reflexiones Simón González de la Riva y yo hemos publicado hoy un nuevo artículo a cuatro manos en Sintetia sobre la homeostasis de riesgo, fenómeno por el cual las personas tratamos siempre de equilibrar el riesgo que percibimos con el que nos resulta subjetivamente aceptable. Dicho fenómeno tiene importantes repercusiones en diversos ámbitos de nuestra realidad, que tratamos de analizar someramente.

Les invito a leerlo y a comentar sus opiniones al respecto:

Si te gusta ir donde el rebaño luego no te quejes si el pastor te lleva donde a él le interesa y no a ti
— Antonio Segura, diplomático español

Motores en miniatura para un gran hombre

El mundo está lleno de maravillosos personajes anóminos, seres brillantes y luminosos que suelen destacar por un rasgo común: una humildad natural, innata, que les hace relativizar con discreción y silencio la importancia de sus logros.

Este es el caso José Manuel Hermo Barreiro, "Patelo", ingeniero gallego jubilado, cuya historia, recogida hace meses en los medios españoles, ha vuelto a recobrar vida en las redes sociales anglosajonas. No es de extrañar: José Manuel se dedica a fabricar artesanalmente motores en miniatura idénticos a los motores industriales, con una sola diferencia: funcionan con aire comprimido. 

Con independencia de la maravilla técnica de sus trabajos, lo que realmente me ha cautivado es la persona que uno advierte al escucharle hablar de su pasión. Destaco estas palabras en concreto:

Nuestro oficio se acaba. Hoy no hay quien repare: hay que mirar por qué se rompió esa pieza y cómo vamos a arreglarla. Ese el motivo de que ya no queden mecánicos así. Lo que hace falta es delicadeza, tener pasión y mucha delicadeza. Yo, cada pieza que hago, la acaricio como si fuera un bebé... estas piezas tan pequeñitas... pero no es paciencia. Es pasión. Pasión por la mecánica. Esa es mi idea de pensar.

Aunque Don José (que no tiene Internet) habla de mecánica, lo que nos cuenta va mucho más allá: es una enseñanza para todos los demás ámbitos de la vida. ¿No creen?

Comparto también el asombroso vídeo sobre la construcción artesanal del motor V-12 más pequeño del mundo. No sé a ustedes, pero a mí me parece magia. De la buena.