Pecados profesionales: la pereza

Nota: entrada del 4/12/2009 recuperada y adaptada de mi antiguo blog.

El sacerdote y filósofo español Jaime Luciano Balmes (1810-1848) escribió que la pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada. En el mismo sentido, el escritor Samuel Beckett (1906-1989) afirmó que no existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza. 

La pereza es un defecto muy extendido, pero a su vez tiene fácil remedio. Basta con sacudirnos la negligencia, el tedio o el descuido en el cumplimiento de nuestros deberes para ser capaces de llegar a lo más alto.

Ante la pereza, voluntad:

La voluntad es la joya de la corona de la conducta. La voluntad es aquella disposición para querer algo y ponerse a buscarlo en esa dirección.

Hay una distinción que me parece muy interesante y es la diferencia entre desear y querer. Desear es pretender algo desde el punto de vista pasajero. Depende de sensaciones exteriores y responde a mecanismos que se disparan con una cierta inmediatez. Tiene que ver con la determinación, la firmeza, el verse motivado por algo y avanzar en esa dirección. El deseo se da más en las personas poco maduras, mientras que el querer se da en aquellas que tienen una solidez más rocosa.

Voluntad es elegir y elegir es anunciar y renunciar. La voluntad consiste en preferir. Se trata de la capacidad para ponerse metas concretas y luchar por conseguirlas. Deberíamos ser capaces de tener una especie de tabla de ejercicios de gimnasia de voluntad: ahora hago esto sin gana porque es mi obligación y después me aplico en esa otra tarea porque es bueno para mí y más tarde hago aquello otro porque sé que hará de mí un hombre o mujer de una pieza. La costumbre de vencerme en lo pequeño. En una palabra, la victoria sobre sí mismo.

El hombre inferior vive aferrado a lo inmediato, al deseo momentáneo que tira de él al sentirse estimulado por su presencia. Mientras que el hombre superior se proyecta hacia delante sacrificando lo inmediato por lo mediato.

Toda educación empieza y termina por la voluntad.
— Enrique Rojas

En estos tiempos difíciles no nos queda otra opción que ponernos manos a la obra. No cabe la congelación de la voluntad, el abandono de nuestra condición de seres activos y emprendedores.

Así que, ¡fuera telarañas!