El abuso de la potestad regulatoria de la administración y su impacto económico

Continuamos en Sintetia con nuestras reflexiones sobre el concepto de Administración Posible (parte 1,parte2) con uno de los aspectos que destacábamos en nuestra anterior entrega: la abrumadora producción normativa nacional, de la que las administraciones públicas usan y abusan ejerciendo una potestad regulatoria mal entendida y peor ejercida que, en nombre de una supuesta protección y normalización de la convivencia ciudadana, no deja sin intervenir, someter o fiscalizar casi ningún ámbito de nuestra vida privada, muchas veces de forma innecesariamente discrecional.

Continuar leyendo: Otra Administración es Posible (III): El uso y abuso de la potestad regulatoria

La excesiva discrecionalidad administrativa y sus incentivos perversos

El pasado 10 de marzo se publicó en Sintetia la segunda entrega de la serie de artículos escritos conjuntamente con Simón González de la Riva sobre el concepto de "Administración Posible". En esta segunda parte analizamos el amplio espacio de discrecionalidad que la administración se otorga en su relación con los ciudadanos.

¿Esto qué significa? Que su actuación no será siempre automática ni estará sujeta a un parámetro o conjunto de parámetros fijos y previsibles, determinados a través de unas potestades regladas por ley. Bien al contrario, la norma suele otorgar a la administración una importante capacidad de decisión basada en términos abstractos, difusos e incluso totalmente subjetivos. Porque, ¿cuándo una medida se convierte en “idónea”? ¿Cuál es el alcance “adecuado” de una regla? ¿En qué punto del abanico de posibilidades existentes va a entender una administración que algo es “suficiente”?

Leer el artículo completo: Otra Administración es Posible (II): Discrecionalidad e Incentivos

Otra Administración es posible (I)

Primer artículo de una serie que inicio en Sintetia con Simón González de la Riva, desarrollando el concepto de Administración Posible  Se trata de convertir el actual juego político de “gestión por ocurrencias” en un proyecto colaborativo basado en el pragmatismo y el aprovechamiento de las fortalezas existentes:

Post de Economía Parda: Tratamiento de Choque para Yonquis de la Deuda

La historia económica de la últimas décadas en nuestro país, y de bastantes otros, se asemeja a la de del nuevo rico al que un día le comenzaron a llover millones, iniciando una senda de despilfarro sin bases sólidas de futuro.

Se compró una, dos, tres casas, con muchos garajes, piscinas, pistas de tenis, solariums... Adquirió vehículos, aviones privados, contrajo carísimos compromisos, se cargó de obligaciones financieras con objeto de mantener un ritmo de vida muy superior a lo que estaba acostumbrado. Vestía caro, comía de lujo y desperdiciaba la comida. Gastaba a espuertas en llamativos caprichos. Era pródigo en dádivas con familiares, aduladores y correveidiles varios, deslumbrados por su estilo de vida.

Pero aquella fortuna se esfumó tan rápido como vino. El dinero dejó de fluir, casi de golpe. No así los gastos. Incapaz de acomodarse a las nuevas estrecheces, el nuevo rico quiso conservar su oropel a toda costa, manteniendo mansiones, abalorios y caprichos. La austeridad no era lo suyo. Así que empezó a tirar progresivamente de tarjetas oro y endeudamientos platino, cambalacheando los favores que antes había otorgado. La espiral creciente de gasto y deuda duró lo que duraron los saldos crediticios y los falsos amigos; apenas un suspiro en el tiempo de una larga ruina. ¿Quiebra? ¿Impago? ¿Fin de la historia?

No necesariamente.

Ante una situación así, no caben medias tintas. El remedio ante una deuda rampante, casi ingobernable, es análogo para particulares y países: requiere detenerse y reiniciar, lo que a su vez conlleva movimientos telúricos, pactos sísmicos con el destino, tsunamis de valentía y decisión. En algún momento (nunca es tarde) hay que marcar una línea roja y decir: "de aquí no podemos pasar". Los ciudadanos, gobernantes e instituciones debemos anclar los pies en el suelo de la cruda realidad y responsabilizarnos sin excusas de nuestro futuro. Seguro que duele, porque NOS TIENE QUE DOLER, pero a todos, sin distinción. A algunos más que a otros. Sobre catarsis de este tipo se construyen los futuros. El gesto debe tener una significación abrumadora y, por lo tanto, requiere la simplicidad de los grandes momentos.

Pongamos, por ejemplo, que se decide detener la emisión de nueva deuda (no me refiero a dejar de pagar los compromisos adquiridos). De un día para otro. En crudo, sin anestesia. Para un particular, sería como coger unas tijeras y trocear las tarjetas de crédito. Se trataría de adaptarnos a esta circunstancia extraordinaria con todas sus consecuencias, iniciando una guerra cívica, ética y económica contra la insostenibilidad.

¿Por qué no redactar una especie de Declaración de Independencia de la Deuda? ¿Por qué no asumir cada uno nuestra cuota de esfuerzo, marcarnos objetivos (cuantificables e irrenunciables) y hacernos responsables de ellos, con nuestro patrimonio, nuestro cargo o nuestro prestigio? Priorizando esfuerzos, pero juntos. Les aseguro que las generaciones venideras recitarían dicha declaración como honra a sus padres refundadores.

Con la voluntad dispuesta, el proceso a seguir tiene pocos secretos. Se empieza elaborando una lista clara y comprensible de los elementos del sistema a los que debemos renunciar porque generan un endeudamiento innecesario. No nos compliquemos la vida: nombre, importe y carga financiera. Después, para cada elemento de deuda identificado, además de conocer los recursos liberados con su desaparición, valoremos los efectos y el impacto de cada liberación. Utilicemos una escala simple. Reordenemos la lista conforme a esta escala. A continuación, ajustemos esa lista reordenada atendiendo a la relación entre la dificultad de cada medida supresora de deuda y su entidad económica. Revisemos de nuevo. Movamos elementos, confrontemos estrategias, discutamos, acordemos y tracemos la ruta final.

A partir de ese momento, empecemos a cumplir, uno tras otro, con los hitos marcados. Hagamos camino al andar, creemos la necesaria inercia positiva para afrontar los obstáculos más complicados sin desfallecer. Persigamos hasta el último céntimo, seamos austeros y frugales en lo que realmente corresponde serlo, persistamos juntos y comprobaremos como, poco a poco, la carga se aligera, las inversiones regresan y los ingresos empiezan a crecer sin acogotar más al ciudadano.

Sé que este plan les parecerá burdo, ingenuo y simplón. En efecto: tal y como advierto en el título del post, se trata de economía parda, aquella que surge desde la reflexión a pie de vida, no desde la teoría política o financiera. Como decía Jean de la Bruyere, hay situaciones en la vida en que la verdad y la sencillez forman la mejor pareja. Y recordando también a otro grande, Thomas Fuller, todo es muy difícil antes de ser sencillo.

Que el egoísmo, el ansia de perpetuación en el poder y el cargo, el miedo, la desavenencia, la ira o la pereza no puedan con nosotros. Volvamos a empezar. Yo me apunto a lo que un día propuso de Daniel Lacalle: no nos entreguemos al vasallaje de la deuda.

¿Utopía? Quién sabe, pero de vez en cuando es bueno desayunar con ella.

Save Outside The Box.

La Pizarra de Bart: Banca Pública e Incentivos

Últimamente abundan las propuestas para la creación de una banca pública en España: ya se plantea abiertamente en las declaraciones programáticas de algunos nuevos gobiernos salidos de las elecciones, como Andalucía, Navarra y Comunidad Valenciana,  así como en los programas electorales de la gran mayoría de sectores de la izquierda. Agárrense la cartera.

Aparte de que no hay ni un solo caso de "banca pública" que se utilice como herramienta de "política económica sostenible", parece que nuestra memoria es muy frágil y ha olvidado el absoluto desastre de nuestras cajas de ahorros, intervenidas, dirigidas y mangoneadas desde lo público, partícipes esenciales en una crisis de la que todavía nos estamos recuperando. 

Simón González de la Riva resume las muy probables consecuencias de esta "nueva" ola haciendo copiar en la pizarra a Bart. Quedan avisados...

Hucha cerdito de la pensiones: estado de situación.

Con la retirada de 3.750 millones de euros que acaba de realizar el Gobierno, llevamos sacado de la hucha cerdito de las pensiones 37.701 millones. Además de algún dinero extra obtenido de otras fuentes...

Las pagas de verano e invierno suponen una necesidad adicional de recursos que el sistema todavía no es capaz de asumir. La nómina de los pensionistas sólo hace que crecer y hay que pagarla como sea: son ya 9.293.058 pensiones en junio, +1,1% respecto 2014, que suponen 8.237 millones de euros. Ahí es nada...

Según los cálculos efectuados por la Fundación Renacimiento Demográfico, en 2008 las cotizaciones de la Seguridad Social de los trabajadores en activo cubrían el 105% del gasto en pensiones. En 2014, sólo un 62%. Se estima que más del 50% del déficit actual del sistema es debido a la demografía. Si añadimos los factores económicos, la situación resulta cuando menos inquietante.

¿Podremos sostener esta situación más allá del medio plazo? ¿Serán el crecimiento económico y la reducción de la población capaces de demorar un nuevo e ineludible ajuste a la baja de las pensiones futuras? Tales cuestiones merecen una planificación estratégica mucho más decidida por parte los poderes públicos, pero este parece ser un tema que "nunca toca". Como escribí hace una semanas, supeditar lo importante a lo urgente, el atajo más seguro para llegar a ninguna parte. Y en esta cuestión, estamos más que avisados.

El mito de los bonos ligados al crecimiento, revisado en diez tuits

Reflexiones a vuelatuit sobre la propuesta de Syriza (y Podemos) relativa a la posibilidad de emitir bonos ligados al crecimiento (además de convertir la deuda en perpetua), una cuestión sobre la que hay muy poca divulgación en los medios económicos:

El tema merece un artículo de fondo, algo que estoy considerando para Sintetia.  A este respecto, Pepe Fdez-Albertos me ha proporcionado un enlace a un interesante "paper" sobre el tema (de pago), que data de 2004 y que leeré con sumo interés. 

En relación con la fiabilidad contable de algunos países en lo que se refiere a la publicación de ciertas cifras macroeconómicas clave, viene a cuento mencionar dos artículos publicados hace unos meses:

Estaré encantado de leer sus aportaciones al respecto. 

Reflexiones de viernes tarde: España, datos positivos y datos preocupantes; Europa, manguerazos de liquidez

Frente a la tentación del triunfalismo, sensatez y objetividad. O al menos, luchar por ejercerlas pese a nuestras limitaciones intelectuales y de carácter. Lo sé: cuesta. Y sí: dudar no solo es normal, sino absolutamente necesario.

DATOS POSITIVOS

Los resultados de la EPA del cuarto trimestre de 2014 son francamente positivos, pero hay que ponerlos en perspectiva con los datos de empleo anteriores a la crisis. Todavía nos queda un largo camino que recorrer, en muchos aspectos:

En este sentido, les recomiendo leer post publicado en el blog de Manuel A. Hidalgo Pérez: "¿Qué explica la variación del desempleo español durante la Gran Recesión y recuperación?". Una entrada bien elaborada y muy didáctica, en la que describe de forma cristalina los componentes de las cifras de desempleo (Desempleados=Pob16-Ocupados-Desanimados-RestoNoActivos), y los elementos básicos que configuran su tasa de variación U:

Siendo A la población activa y O el número de ocupados. La tasa de crecimiento del desempleo aumenta (disminuye) porque aumenta (disminuye) la tasa de crecimiento de la población activa o bien porque cae (aumenta) la tasa de crecimiento de los ocupados.

Todo ello queda representado en este significativo gráfico, que nos confirma que la disminución del desempleo al final de 2014 ha estado impulsada mayoritariamente por el aumento en el número de ocupados, y no por la disminución de la población activa (como ocurrió en meses anteriores).  

Un apunte relevante: el crecimiento observado de la población activa hará cada vez más difícil reducir la tasa de paro (23,7%) si no se aplican reformas adicionales en la economía. Lo veremos en los próximos meses.

Finalmente, para completar este panorama laboral, también merece la pena revisar la siguiente tabla compartida por @combarro, otro activo, valioso pero muy discreto divulgador de mi timeline. En él se muestra la variación del empleo por sectores y Comunidades Autónomas desde 1995:

DATOS PREOCUPANTES

Señoras y señores: estamos endeudados hasta las cejas. La deuda del conjunto de la economía española supera ya el 315% del PIB:

El endeudamiento del conjunto de la economía ha crecido en 8,4 puntos con respecto a 2013. Hogares y empresas se han desapalancado (lo que han podido) a un altísimo coste en capacidad de consumo e inversión. Por otro lado, las AAPP han pasado de tener una deuda total del 39,4% en 2008 al 133,5% en 2014 (deuda PDE y no PDE, todas las AAPP y empresas públicas). Y sigue subiendo, aunque a un ritmo algo menor.

¿Quién financia este endeudamiento? Sólo con ver nuestra deuda exterior neta lo sabemos: ya ha superado el billón de euros (datos del tercer trimestre de 2014), esto es, el 95,1% del PIB, 2,5 puntos porcentuales más que en 2013. ¿Volvemos a viejos patrones de crecimiento?. SI es así, mal asunto...

MANGUERAZOS DE LIQUIDEZ

"¡Hágase el QE!

"¡Hágase el QE!

Las nuevas "medidas no convencionales" (me parto) de Draghi constituyen un recurso de emergencia que pretende dar un respiro a las economías europeas, pero no dejan de ser, a mi entender, una patada hacia adelante, como bien apuntaba hoy Juan Ramón Rallo

Cuando se rechaza lo correcto, sólo queda intentar lo incorrecto. Tal parece ser el lema del Banco Central Europeo.
(...)
Proporcionar todavía más liquidez a la banca no solventa los problemas de base que impiden que “fluya el crédito”.
(...)
El BCE busca sustituir oportunidades de inversión y ahorro propio por mayor riesgo y endeudamiento.
(...)
El chute monetario del BCE contribuye a aplazar de manera indefinida cualquier reforma profunda en el esclerotizado modelo europeo.

No me malinterpreten. Ojalá la jugada monetaria salga bien, lo deseo fervientemente, pero para que ello sea así deberían ocurrir dos cosas:

  1. Que se traslade a empresas y hogares (vía reducción de costes de financiación y mejor competitividad por un euro bajo), cuestión harto dudosa.
  2. Que no detenga las reformas, algo todavía mucho más incierto.

Además, tales medidas animarán a abrir el grifo del gasto público (sin haber atacado las actuales ineficiencias) y a crecer, de nuevo, vía endeudamiento, beneficiando a los de siempre: gobiernos y bancos. Y vuelta a empezar.

Esta entrada en Gurusblog y el siguiente gráfico lo explican muy bien: 

En la misma línea, un personaje muy autorizado ha dicho hoy en Davos:

Damit wird die EZB viele Vermögende noch viel reicher machen (Parece que el BCE hará más ricos a muchos ricos)
— George Soros

Para que se hagan una idea de las cantidades en juego, aquí les muestro el desglose de una posible compra máxima de deuda pública, basado en el anuncio de Draghi y el "capital key" de cada país en el BCE. Tremendo.

Reflexionando sobre el "lobbysmo castizo"

El pasado año publiqué en Sintetia una serie de entradas sobre los lobbies en USA que tuvieron muy buena acogida y generaron no poco debate e intercambio de ideas (primera partesegunda parte y conclusión). Recogiendo el guante que aquella vez lanzó mi querida y brillante compañera pensadora Lilian Fernández, nos decidimos a escribir un artículo a cuatro manos dedicado a las particularidades de nuestro lobbysmo patrio, que Lilian acertó a definir muy bien como "lobbysmo castizo".

Enlace al artículo completo:

Grandes "recortes" y muchísimos pequeños despilfarros

Una de las falacias conceptuales más clamorosas del debate económico actual consiste en repetir hasta la saciedad que la austeridad implica necesariamente recortes en servicios públicos esenciales, olvidando que todas las playas se han ido formando grano a grano. El agujero de las cuentas públicas y el imparable crecimiento de la deuda, también: el despilfarro se acumula en organismos inútiles, inanidades funcionales y dispendios innecesarios, que repetidos y multiplicados por horas, días y españoles acaban formando una enorme e incontrolable bola.

Siempre que tengo ocasión recomiendo una joya del sentido común empresarial, el "Manual Contra el Despilfarro" que Rafael del Pino, fundador de Ferrovial, publicó en julio de 1962 y en el que enseñaba a sus directivos como luchar contra “ese dragón de siete cabezas que se infiltra por todas partes (…), ese devorador de las empresas”. Devorador de empresas y de estados, añadiría yo.

Hay una idea fundamental que subyace en ese magnífico documento, y Del Pino la expresa muy bien: “no hay despilfarro pequeño, pues una misma forma se repite muchas veces y tiende siempre a aumentar, por lo que pronto adquiere caracteres de importancia”.

Tal razonamiento es válido para todos los órdenes de la vida económica, pública o privada. Coincido con el autor en que la lucha contra el despilfarro no se compone sólo de recetas adhoc, sino que se trata más de un "estado de ánimo", esto es, de una disposición ética hacia la sensatez y la austeridad, entendida esta (DRAE) como cualidad de austero: "sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes". Algo que casa muy mal con la naturaleza artificiosa del discurso político dominante, proclive al exceso y a solucionar los problemas tirando de chequera ciudadana.

Alguna de las recomendaciones del manual son perfectamente aplicables a la gestión de los recursos públicos. Hagamos un breve repaso a las mismas:

1) Cuando cualquiera de las administraciones decida prestar un servicio público, sus responsables deberían tener en cuenta:

  • Que no se esté prestando ya por otra administración. - Que el servicio corresponde exactamente a la necesidad que pretende cubrirse y no a intereses propios o ajenos.
  • Que la relación calidad/precio del servicio a prestar sea la adecuada, y que además se garantice su financiación en el tiempo.
  • Que la entidad que vaya a prestar el servicio esté correctamente dimensionada en infraestructura, medios materiales y personal. Un exceso de tamaño consume recursos financieros innecesarios que podrían emplearse en otros menesteres.

2) Los bienes públicos, obtenidos a través de impuestos, constituyen un verdadero tesoro para nuestra sociedad. Como escribe del Pino: "esto ya es una definición completa, y todo un programa". Los cargos políticos y los funcionarios deberían tenerlo en cuenta a la hora de manejarlos, y obrar como un cajero cuidadoso con aquellos caudales que no son suyos. Pero también los ciudadanos deben utilizar los bienes y servicios públicos de forma cívica y responsable. Es una cuestión de derechos, pero también de deberes.

3) Los servicios inútiles, accesorios o duplicados deben eliminarse de inmediato. Cuestan dinero, tiempo y esfuerzo, y no rinden utilidad alguna al ciudadano.

4) Cuando una administración contrata, debe elegir siempre el medio más económico. "Y como tal no se entienda siempre el más barato, sino aquel que resulta más adecuado a las circunstancias del caso".

5) Además de utilidad, la productividad de los medios públicos y de los funcionarios resulta asimismo un factor clave. Si tenemos recursos materiales y humanos ociosos estaremos despilfarrando salarios, intereses del capital público invertido y amortizaciones fijas. Cuanto mayor sea la productividad de dichos recursos menor será el coste de los servicios prestados. Esto es válido para todo tipo de prestación: educación, sanidad, defensa, seguridad, etc. Por ello, los responsables públicos deben velar por tener sus administraciones "bien engrasadas", vigilar constantemente su rendimiento y estudiar sus ineficiencias.

La realidad es que durante décadas nos hemos contentado con un manejo rutinario y burocrático de nuestros recursos, que ha coartado cualquier posibilidad de mejora. Si todas las administraciones públicas trabajaran intensamente en los cinco aspectos que acabamos de enunciar, otro gallo económico nos cantaría ahora.

Citando de nuevo a Don Rafael, disponer de una organización modélica es la mejor arma contra el despilfarro:

"Con un personal celoso y competente, la negligencia es rara y ocasional y por ello no ha de generar mucho despilfarro. Pero si la organización es deficiente; aún no habiendo negligencia se producirá despilfarro, que las más de las veces pasará inadvertido. Una buena organización es la mejor arma para el despilfarro, pues no dejará rincones oscuros donde pueda aquel disimularse. Inversamente, una buena organización hace casi imposible la existencia de negligencias, ya que éstas son pronto puestas de manifiesto y a la luz del día".

Y yo me pregunto (y seguro que ustedes también): ¿a qué siglo estamos esperando?