Nuevas tendencias financieras: el Personal Crowdfunding

Un dato que sorprende a muchos de mis interlocutores cuando hablo o escribo sobre el tema, es que los Estados Unidos sean una potencia mundial en filantropía y trabajo voluntario. Esa visión sesgada del país como cuna del capitalismo más feroz e individualista, propugnada a menudo por determinados sectores políticos, choca con la cruda realidad de los datos. Hagamos un breve recorrido. 

Las donaciones en EEUU alcanzaron el 2014 la cifra de 358,38 millones de dólares. En ese mismo año, las organizaciones sin ánimo de lucro pagaron casi un 10% de los sueldos y salarios del país, y supusieron un 5,3% de su PIB.  Por otra parte, de 2009 a 2013, un 25,4% de norteamericanos había dedicado tiempo a trabajos voluntarios. Estamos hablando de más 80 millones de personas: 1,7 veces la población de España. ¿A qué áreas específicas dedican ese trabajo? Aquí tienen un desglose:

Vistos los datos anteriores, no es de extrañar que esta acreditada tradición filantrópica se haya extendido también a los nuevos canales de financiación que despuntan en el nuevo siglo, como el crowdfunding (en español micromecenazgo). Mediante este sistema, se ponen en contacto personas que demandan recursos financieros para sus proyectos con muchos pequeños inversores u ofertantes de dichos recursos.

Pues bien, en Estados Unidos ya funcionan a pleno rendimiento plataformas de “personal crowdfunding” dedicadas a recaudar fondos para necesidades de naturaleza personal: gastos médicos, pagos de deudas hipotecarias o de tarjetas de crédito, realización de estudios, proyectos educativos, sociales o creativos, etc. Aquí les mostramos las cinco más relevantes. Una tendencia en auge que muy pronto veremos despegar también por aquí:

1.       GoFUndMe: lanzada en 2010, GoFundMe se ha convertido en una de las plataformas líderes para financiar causas personales y necesidades de la vida diaria En el último año, millones de personas han colaborado aportando más de 2.000 millones de dólares a quienes han solicitado ayuda. Aquí pueden consultar algunas de sus campañas. Impresiona.

2.       Indiegogo: aunque se trata principalmente de una plataforma de lanzamiento para ideas creativas y empresariales de muy diversa naturaleza, tiene un amplio espacio para apoyo de causas personales o comunitarias.

3.       FundAnything: otro espacio de crowdfunding donde individuos o grupos pueden crear campañas relativas a historias o causas personales y conseguir fondos para cubrir sus necesidades. Como dato curioso, destacar que la plataforma cuenta como socio financiero estrella a Donald Trump, empresario y actual contendiente en la carrera presidencial de los Estados Unidos por el Partido Republicano.

4.       Give Forward: plataforma especializada en sufragar gastos médicos y apoyada por importantes medios de comunicación y empresas tecnológicas. Lleva ya recaudados hasta la fecha más de 185 millones de dólares. Merece la pena visitarla.

5.       YouCaring: lo que distingue esta potente plataforma de las anteriores es que no cobra ninguna “tarifa”, esto es, no retiene el habitual porcentaje de lo recaudado para financiar su funcionamiento. Los gastos de operación son sufragados por donantes voluntarios. YouCaring ha recaudado ya la friolera de 335 millones de dólares.

Pese a todas las calamidades que todavía asolan nuestra realidad, la capacidad de la gente para hacer el bien siempre supera todas mis expectativas. Es algo que nunca deja de maravillarme. Kindness is Powerful, “La Bondad es Poderosa”, reza uno de los lemas de las anteriores plataformas. Es cierto. Y cuando esa bondad se alía con las nuevas tecnologías para llegar a quienes más la necesitan, los resultados son extraordinarios.

Onomatopeyic Man

De vez en cuando, la vida te regala momentos hummm, en los que todo rueda con precisión cronométrica y, hey baby, los pies levitan a ras de suelo como menudos hovercrafts. Whoooosh... el viento encantado acaricia el relieve de tu rostro. Crunch, masticas el momento, lo degustas, lo deglutes y sientes como se digiere: mariposas en el estómago. Te miras al espejo y uau, hasta te ves guapo. Das media vuelta, saludas, endureces los biceps y muack, estampas un beso a esa imagen salida de ti. Sientes los mecanismos engrasados, el tic tac que activa tus conexiones neuronales. Trabajas, vives y amas a gusto. Y suena una música muy parecida a ésta:

Canela, yo, regaderas de colores y flores de Puno

(Texto revisado y rescatado de la eliminación alevosa que en su día efectuó  el diario"El País" de todos los blogs de su Comunidad, incluido el mío. Demos gracias a una oportunísima copia de seguridad).

Una de las cosas que más me gusta hacer los domingos es madrugar.

Levantarme cuando todos duermen, disfrutar del silencio de la casa con una taza de café y navegar por la red, leyendo de forma aleatoria, dejándome sorprender. También resulta un momento excelente para escribir o empezar a esbozar proyectos. La mente fresca, recién soñada, tiene esa tersura de las cosas descansadas y permite que las ideas fluyan sin esfuerzo ni cortapisas. Después, sobre las 09:30, llega Canela reclamando su paseo. Puede ser una caminata a paso ligero, una carrera o un vagabundeo, pero para mi perra es el mejor momento del día. Sabe que las mañanas dominicales son sus mañanas, y así me lo recuerda. Insistentemente, hasta que abandono el escritorio.

Hace ya casi dos años, antes de viajar a los Estados Unidos, andábamos zascandileando por el campo entre matojos y senderos, cuando nos cruzamos con un caminante solitario que subía la pendiente a paso vivo.

Era un tipo chiquito, de piel morena y curtida, con porte de indio andino. En condiciones normales no le hubiera prestado atención, pero aquel hombre acarreaba dos regaderas de latón. Una roja, de tamaño mediano, muy abollada, y otra verde más nueva y pequeña. Se me hacía raro verlo allí, en medio del campo, tan diminuto, tan apurado y reconcentrado, con esas dos regaderas de colores a cuestas. Como quien no quiere la cosa, decidimos seguirlo a distancia. No sé si les he comentado que Canela y yo somos dos curiosos impenitentes.

Anduvimos más o menos en paralelo durante unos diez minutos, hasta que se detuvo en medio de un grupo de arbustos y plantas, al abrigo de unas rocas solitarias. Entonces depositó las regaderas en el suelo, se agachó y empezó a canturrear mientras acariciaba tallos, desbrozaba malas hierbas y regaba aquel rincón campestre que al parecer era tan suyo.

No pude resistirme y me acerqué. El hombre se levantó con toda naturalidad, dándome los buenos días y sonriéndome con una dentadura descompuesta. Tenía un fuerte acento sudamericano, difícil de entender, porque además hablaba muy bajito. Le pregunté por aquel ritual. Me dijo que se llamaba Uriel (eso creo) y que era peruano, natural de Puno.

"Estas son plantas puquinas, de mi tierra. Yo las cuido". Me nombró algunas, pero no las recuerdo.

"¿Y las regaderas?", inquirí, curioso.

"Una tiene sólo agua y la otra un preparado con cositas que les pongo para que estén hermosas y fuertes".

Uriel me contó que llegó a Madrid con sus hijos hacía más de diez años, en pleno auge de la construcción. Ahora llevaba casi tres en paro, pero no se quejaba: su hija y su yerno tenían un trabajo estable y con eso salían adelante. Él, de vez en cuando, hacía chapuzas que completaban el presupuesto familiar.

"Mis hijos y nietos son españoles, ¿sabe?", me comentó, orgulloso pero con cierto tono melancólico.

"Entonces ¿no quiere regresar al Perú?"

"Todavía no he vuelto allá, señor. Lo añoro, pero no había futuro, sólo hambre".

Luego añadió, mientras arrancaba hojas secas de uno de los arbustos:

"Ustedes, que ahora hablan tanto de crisis, no saben lo que es la pobreza. Tenían que conocer mi aldea. Además, uno tiene su patria donde florece su familia. Mire las plantas. Son un poco como yo: no son de acá, pero no conocen lugar mejor".

Me contó también que, en su Puno natal, se dedicaba a recoger y vender hierbas y flores medicinales en los mercados.

"Allí tenemos de todo. Hojas, tallos y pétalos para corregir la sangre, para el dolor de estómago, para el cambio de vida de las mujeres, para los nervios, los sustos, las muelas, el mal aire... Hay varias parecidas por aquí".

Me señaló algunas y me habló de sus propiedades, con un murmullo que a veces se me hacía incomprensible. Canela lo olisqueaba de vez en cuando, meneando el rabo en busca de atención. El tiempo nos pasó volando. Había que regresar a casa para preparar el desayuno de mis chicas. Lo dejé con sus afanes y una sensación de paz y maravilla.

Si hay algo que siempre, siempre me sorprende, es la gente. Como decía Carl Sagan, en algún sitio algo increíble espera ser descubierto. Y no hay nada tan increíble y rico como el ser humano. No encontraremos tanta diversidad ni en cien mil millones de galaxias.

Desde entonces, pienso muy a menudo en Uriel y en su actitud ante la vida, y más ahora que vivo fuera de mi tierra (aunque en condiciones incomparablemente mejores). En lo mucho que nos miramos el ombligo y en lo demasiado poco que valoramos lo que tenemos.

También me digo que todos deberíamos llevar nuestras propias regaderas de colores, para así hacer florecer. día tras día, pequeños paraísos. Porque una suma de paraísos modestos, alcanzables y compartidos constituyen el mejor futuro posible para todos.

Un pequeño mensaje de optimismo en una bolsa de papel reciclado

Hace unas semanas nos detuvimos a comer en un restaurante de la cadena de comida rápida mejicana (ellos la llaman "gourmet") Chipotle, muy popular aquí en los Estados Unidos.  Parte de la comida la pedimos para llevar a nuestra hija, metida de lleno en un cuadrangular de voleibol.

En seguida me llamó la atención una de las bolsas de papel reciclado, en la que podía verse un texto escrito. Pensé que se trataba de la consabida publicidad de marca, pero resultó que el texto era una reflexión de Steven Pinker (@sapinker en Twitter), psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense. La pieza, titulada "A Two-Minute Case for Optimism" me resultó una pequeña joya que merece la pena compartir.  A continuación les ofrezco mi traducción del inglés. Lean y dediquen unos minutos a pensar sobre lo expuesto.

Es fácil descorazonarse por las interminables noticias de violencia, pobreza y enfermedad. Pero los informativos presentan una visión distorsionada de la realidad. Tratan de las cosas que pasan, no de las que no pasan. Nunca verás un presentador de televisión informar que en un país NO hay guerra, ni que en una ciudad NO ha ocurrido un tiroteo masivo ese día, o que millones de ancianos de 80 años están vivos y saludables.

La única manera de apreciar el estado del mundo es contar. ¿Cuántos incidentes de violencia, hambre o enfermedad hay en proporción al número de personas en el mundo? Y la única forma de saber si las cosas mejoran o empeoran es comparar dichos números en períodos de tiempo diferentes: a lo largo de siglos o décadas, ¿las líneas de tendencia han sido positivas o negativas?

Y ocurre que los números nos cuentan una historia sorprendentemente feliz. Los crímenes violentos se han reducido a la mitad desde 1992, y en unas 50 veces desde la Edad Media. En los últimos 60 años, el número de guerras y de víctimas de guerras se ha desplomado. En todo el mundo, menos niños mueren, más niños van al colegio, más personas viven en democracia, más se pueden permitir pequeños lujos, menos enferman y más consiguen envejecer hasta edades avanzadas.

”Mejor” no significa “perfecto”. Demasiada gente vive todavía en la miseria y fallece prematuramente, y aparecen nuevos retos, como el cambio climático. Pero medir nuestro progreso en el pasado nos empuja a mejorar para el futuro. Los problemas que parecen irresolubles pueden no serlo; el ingenio humano es capaz socavarlos. Nunca hemos tenido un mundo perfecto, pero no resulta romántico ni ingenuo trabajar para mejorarlo.
— Steven Pinker


Reniego de la muerte sin sentido

Unas palabras anotadas en mi viejo Moleskine, en recuerdo de las víctimas de la barbarie cometida hoy en Francia, y de tantos otros caídos en nombre de fanatismos religiosos o políticos.

Reniego de la muerte sin sentido,
del sordo cataclismo de odio negro,
de tanto cuerpo roto y sueño yerto,
de pánicos, sirenas y ruido.

Reniego del terror encallecido
de la sangre que tiñe suelo y cielo,
del atroz fanatismo sin remedio
que engendra al ignorante y asesino. 

Un clamor de existencias amputadas
reclama la justicia del infierno
a todos los que hoy sobrevivimos.

Una sopa de rabia envenenada
que busca la venganza sin consuelo:
es la trampa mortal del enemigo.

2015: menos propósitos y más voluntad para cumplirlos.

Cada año que empieza renovamos largas listas de propósitos que muy pronto acaban arrinconadas y que ni siquiera nos molestamos en verificar una vez transcurridos los 365 reglamentarios días. 

El problema con tales listas es que la euforia de cada nuevo comienzo, si no es debidamente contrastada con nuestros errores u omisiones pasados, nos lleva una y otra vez a un ilusorio punto de partida. Por esta razón, sugiero reducir el catálogo de buenas intenciones y reforzar nuestra voluntad para su cumplimiento. 

Aquí va mi propuesta:

  1. Sonríe MUCHO más y sé constante en tu cordialidad.
  2. Desarrolla más autocrítica y mucha más energía para corregir los errores propios.
  3. Trata de meterte mucho más en la piel ajena antes de despellejar con tu crítica.
  4. Lo bueno cuesta. Debe costar para saber valorarlo en su justa medida. Haz que te cueste.
  5.  Atente con rigurosa disciplina a los propósitos anteriores y pronto verás los resultados.

Ah, y como siempre les digo: aunque el ascenso sea duro, Never Surrender.

Que tengan un muy potente y voluntarioso comienzo de año.

Crisis... ¿What Crisis?

crisis.

(Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις).

1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.

2. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.

3. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.

4. f. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.

5. f. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.

6. f. Escasez, carestía.

7. f. Situación dificultosa o complicada.

Si atendemos a las definiciones que el Diccionario de la lengua española ofrece sobre la palabra "crisis" comprobamos que ninguna tiene tintes catastróficos ni implica un final necesariamente negativo. La mayoría incide en el concepto de momento decisivo, punto de inflexión u ocasión de cambio. Y así es como debemos entender estos tiempos difíciles: como un reto a superar y una oportunidad de mejora.

Los obstáculos vividos durante estos últimos años han puesto en relieve nuestras grandes debilidades e ineficiencias. Sabemos de sobra lo que hicimos mal y hemos tenido innumerables ocasiones de analizar y corregir tales errore. En definitiva, esta crisis (que algunos imprudentes ya dan por superada) debería señalarnos el camino adecuado.

¿Cómo se traduce esta reflexión en consejos prácticos? Sin ánimo de pontificar, la sensatez debería llevarnos a:

  • Cuidar mucho más el detalle. En estos momentos, el ajuste fino es el que determina la supervivencia y debe llevarse a cabo en todas las áreas de nuestra economía, pública y privada.
  • Ser creativos en la formulación de nuevas estrategias, pero conservadores en las finanzas. Asegurar unas cuentas económicas sólidas y huir de veleidades, en cualquier ámbito, constituye un asunto prioritario y muy complejo, dadas las circunstancias actuales.
  • Mantener una visión positiva de la vida y confiar tanto en nosotros mismos como en los demás.
  • No abandonar nunca la curiosidad y las ganas de aprender.
  • Esforzarnos en ser honestos y mejorar como personas. El dinero, tan importante, no debe ser nuestro ÚNICO centro vital.

Así que, queridos lectores y amigos, relajen ese gesto crispado, y dispongan su mejor ánimo para este 2015 que empieza. Que no les falte salud, voluntad, valentía, honradez, amistad y amor. Aquí me tendrán para departir y compartir reflexiones o cualquier otro menester que requieran.

Never Surrender. Su entusiasta anfitrión.

Sebastián Puig.

PD: Este blog estará, como su autor, de merecidas vacaciones hasta después de la entrada de año. 

Feliz Lentejera Navidad

Desde el calor del hogar, les deseo unas felices fiestas.

Háganme el favor: consuman con moderación, inviertan con sentido pero derrochen todo el amor posible. Sean generosos sin esperar nada, olviden la puñetera crisis, recuerden a los menos afortunados y esperen siempre lo mejor del futuro.

Y ya saben: ésta es su casa. Hace mucho frío ahí fuera, así que pasen, pasen...

La buena mala fortuna

La soberbia y la pereza (moral, intelectual y cívica) tienen mucho que ver con una clase de individuo que me cuesta soportar, en el trabajo y en la esfera privada: el típico quejicoso que a la menor ocasión se lamenta por su mala fortuna. Para este personaje, cualquier eventualidad es digna de su plañido y siempre resulta ser el más perjudicado. Protesta tanto por su desventura como por la buena suerte del vecino. Amargado e insatisfecho crónico, puede envenenar cualquier grupo con su incansable derrotismo.

Cierto es que siempre tendemos a sobrestimar nuestras pérdidas o carencias, incluso si son ridículas, pero convertir ese comportamiento natural en un hábito malsano sólo nos puede llevar a la desdicha. Por otra parte, es un defecto fácil de subsanar: sólo tenemos que cambiar de perspectiva.

Ya lo dijo Ortega y lo formuló científicamente Einstein: todo es relativo. Y haremos bien en recordarlo cuando caigamos en la tentación del lamento fácil. Bastará con mirar a nuestro alrededor (y más allá: echemos un vistazo al planeta) para comprobar que hay personas que están mucho peor que nosotros, en muchos sentidos. No se trata de ser acomodaticios, sino equilibrados en nuestro juicio.

Demostrar empatía, arrimar el hombro y respirar el dolor ajeno no nos hará más felices ni más ricos, pero nos ayudará a valorar las dificultades en su justa medida. Sólo entonces podremos comprender que, en un mundo superpoblado de sufrimiento y pérdidas, tenemos infinidad de motivos para vivir de manera positiva sin amargarnos la existencia ni estropeársela a los demás.